Por NikaTurbiná

Como una muñeca rota soy.
Olvidaron poner
en mi pecho un corazón,
abandonándome inservible
en un oscuro rincón.
Como una muñeca rota soy.
Al despuntar la mañana oigo
el suave susurro del sueño:
“Duerme, cariño, mucho, mucho,
y al despertar, la gente de nuevo querrá
cogerte en brazos,
arrullar, jugar un rato –
y tu corazón latirá”
Sólo el esperar miedo me da.

¿Quién soy?

¿Quién soy?
¿Con los ojos de quién
miro este mundo?
¿Con los de mis amigos? ¿familiares?
¿de los árboles? ¿ las aves?
¿Con los labios de quién
capto el rocío de la hoja
caída a la carretera?
¿Con los brazos de quién
abrazo este mundo,
que es tan indefenso y frágil?
Pierdo mi voz entre las voces
de los campos, las lluvias, los bosques,
de las tormentas de nieve y de las noches.
Pues ¿quién soy?
¿En qué he de buscarme?
¿Cómo respondo a todas las voces
de la naturaleza?

 

Borrador

Mi vida es un borrador
donde las letras son constelaciones…
Todos mis días malos están contados por adelantado.
Mi vida es un borrador.
Toda mi suerte y mis desdichas
quedan plasmadas en él
como un grito desgarrado por un tiro.

 

Ese sonido misterioso

Ese sonido misterioso
Con eco volaron los dedos,
la música les daba miedo,
les dolía y los iluminaba.
Toco el piano,
no sé palabras,
no sé notas.
Sólo una sensación extraña
tengo del sonido
que llenó la casa.
Él bate las ventanas,
en torbellino sacudió
los árboles,
confundió la noche con el día,
ese sonido misterioso.
Toco el piano,
poco a poco los dedos se detienen.
Esa música pertenece al universo,
mi casa le es pequeña.