Verdad
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Por Silvia C. Valdés
Los golpes que me han golpeado
silentes, raudos, y lentos,
roncos, agudos, violentos,
son golpes que me han marcado.
... y me pregunto: ¿Qué hado
apagará mi volcán?
...¿Qué carceleros podrán
encerrarme la bravura?
... ¿La inconsistente locura...
qué locos me detendrán?
¿... y quién será mi albacea
si me llegara el adiós?
... ¿A quién legaré mi voz?
...¿Quién encenderá mi tea?
Cuando marche a donde sea
en el silencio forzado,
este corazón minado,
arrítmico en su latir,
...¿ sentirá pena en sentir
los golpes que le han golpeado?
Estrella/flor/alma
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Bajo mis pies una estrella
sobre la espuma, la flor
¡Grita pálido el amor!
Al despertar la querella
¡Relámpago más centella!
Yace la flor y presiente
una estrella irreverente,
rompe los versos la roca
pinta un poema la boca
dice el alma lo que siente.
El alma divina y pura
con su total mansedumbre
enciende su propia lumbre
sin carbón, sólo ternura.
Es barco y arboladura,
es surtidor erudito
vuela como pajarito,
sin tiempo de hacer escala
con brújula bajo el ala,
advierte el sendero escrito.
Roca corazón
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Por María Herrera
La noche no cesa su oscuridad
ni aun, entre los rayos áureos.
Las culpas exoneradas
del planeta de tus fábulas rotas
y mis yo, deambulan en ruta incierta.
Busco porqués entre tu espiral que,
sin retorno,
los labios enrojecidos de fatiga
enuncian entre murmuraciones:
¿roca, corazón?
Heme aquí,
en el nido de tu verdad en nudo:
¿Gitano es tu corazón con piel de roca?
No.
Tú, eres palpitar de roca:
roca corazón.
Benjamin Franklin
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Por Nicolás Águila
Benjamin Franklin no era lo que se dice un tipo humilde. Ni falta que le hacía, pero ya saben cómo son los amigos. Le señalaban que su comportamiento resultaba muy altanero. Franklin, que era un hombre autocrítico e introspectivo, llevaba su diario para medir el progreso en sus relaciones interpersonales. De modo que se daba cuenta de que efectivamente era un tipo chocante que sostenía discusiones innecesarias y evitables. Desde su indiscutible superioridad intelectual, el inventor del pararrayos se irritaba con las tonterías de los demás y se ponía excesivamente crítico y autoritario. No podía evitarlo. Era capaz de superar otros defectos, pero ese ni de coña. Hasta que un día se dijo que no iba a dejar de ser arrogante, pero bien que podría fingir un poco de humildad en su actitud hacia los demás. Ben Franklin había descubierto el truco de la tolerancia. Lo importante no era ser tolerante sino parecerlo. Y así aumentó exponencialmente su popularidad y aceptación, convirtiéndose en un Mister Congeniality.
La alborada
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Por Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé)
A don Eligio E. Capiro
(Fragmentos)
Huye la noche sombría
al son del céfiro suave
y nos anuncian las aves
la vuelta de un nuevo día:
todo es luz y poesía,
todo es encanto y belleza,
el zorzal en la maleza
extiende sus pardas alas,
y ostenta sus ricas galas
la feraz naturaleza.
Susurra el verde palmar
y la luz de la alborada
dora la roca empinada
de las orillas del mar:
se admira el tenue brillar
de la estrella matutina,
muere la densa neblina,
cruje el cedro allá en los montes,
y a los bellos horizontes
el sol naciente ilumina.
Salvaje
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Bebo del agua limpia y clara del arroyo
Y vago por los campos teniendo por apoyo
Un gajo de algarrobo liso, fuerte y pulido
Que en sus ramas sostuvo la dulzura de un nido.
Así paso los días, morena y descuidada,
Sobre la suave alfombra de la grama aromada,
Comiendo de la carne jugosa de las fresas
O en busca de fragantes racimos de frambuesas.
Mi cuerpo está impregnado el aroma ardoroso
De los pastos maduros. Mi cabello sombroso
Esparce, al destrenzarlo, olor a sol y a heno,
A salvia, a yerbabuena y a flores de centeno.
¡Soy libre, sana, alegre, juvenil y morena,
Cual si fuera la diosa del trigo y de la avena!
¡Soy casta como Diana
Y huelo a hierba clara nacida en la mañana!
Volví a mi casa, volví…
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Por Yusbiel León
Volví a la casa, volví
Al santuario de madera
Que más que vergüenza era
Un tesoro para mí.
En cuanto en el sol abrí
Los ojos, detrás sentía
El agua por donde un día
El niño que se hizo un hombre
Dejó flotando su nombre
En un trozo de agua fría.
Salté los riscos, pasé
El susto de acantilados
En donde un día colgados
Los codos míos dejé.
Llegué al río, lo encontré
Apuradamente lento,
Y a la palma que del viento
Caer una tarde vi
Llorando le agradecí
Que me guardará el asiento
Crisis existencial
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Por Armando Arturo Cazares
Pienso, luego existo
René Descartes
La extraña sensación del abandono
(que tan extraña no es), siente la prisa
de arrebatarme el alma de algún modo.
Y pienso:¿Existe un Dios? ¿Es Él quien mira
su experimento roto? Y si no hay Dios...
¿Soy yo quien mancilló su propia vida?
Existo, como prueba de un amor
que estaba destinado a su fracaso;
y pienso, que alguien tuvo la razón
(mas nadie fue culpable de intentarlo).
Existo, soy el hombre de mis sueños
que sueña con ser hombre (soy esclavo).
Y pienso en el futuro (en ese incierto
designio del reloj) y en el camino
que aún debo recorrer (pero me pierdo).
Existo, junto al polvo que respiro,
Todo lo hermoso es especial
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Por Bob Marley
Incluso la Luna no es perfecta, está llena de cráteres.
El mar es increíblemente hermoso, pero salado y oscuro en sus profundidades.
El cielo es siempre infinito, pero a menudo nublado.
Entonces, todo lo que es hermoso no es perfecto, es especial.
Por lo tanto, cada mujer puede ser especial para alguien.
Deja de intentar ser “perfecta”, intenta ser libre y vivir, haciendo lo que amas, sin querer
impresionar a los demás!
Verdes conexiones
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Por Olga L. Martínez
Una ilusión,
es como una
piedra.
Si no aparece
quien
la patee,
se queda
en su sitio
para siempre.
Amaso la tierra
y aún no
subo
al árbol que sembré.
De los frutos
quedan
pocos.
Solo los
que decidieron
aferrarse
a sus raíces.
Mirada vacía
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En el albedo de mis lamentaciones
roza mi rostro en surcos de agua
marcando profundidades de destinos inciertos
implorando a la nada sentimientos vacíos
He caído en las profundidades de mares oscuros
en un triángulo de las bermudas
donde no encuentro la salida
no hay retorno
Todo es lúgubre aquí
no hay nadie más que mi oscuridad y yo
¿acaso esto es real?
Solo mis monstruos me atacan
¿Dónde está ella?
me siento perdida sin rumbo y ciega
¿Qué hice de mí?
Solo una muñeca rota
El elegido
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Por Analía Romero
Me llamo Harold. Nací en una comunidad subdesarrollada. Mis padres eran Jane y Pared, una pareja africana. Yo nací albino. Mi padre me abandonó cuando era niño a causa de mi condición de albinismo, o eso creí...
Me crié en malas condiciones. Mi madre era una humilde señora que movería el Sol por verme feliz. A diferencia de mi padre, ella sí me quería. En mi comunidad, los niños de mi edad me hacían bullying. Esto hizo que fuese muy difícil para mí vivir tranquilo. Aparte de ser pobre, era criticado duramente por las demás personas.
Una noche, tuve un sueño muy peculiar que cambió mi vida. En este, mi yo del futuro salía del espejo y me decía de esta forma:
—Harold, la palabra secreta para descifrar las runas espaciales es... En ese momento un tentáculo lo haló y volvió a su dimensión. Me asusté. Durante semanas intenté averiguar qué significaba ese sueño. Casi enloquezco.
Una tarde, se veía una luz inusual en el cielo. Las personas de mi comunidad pensaron que era una señal de “Los Dioses”, pero no. Se formaron unas nubes coloradas. Se veía un objeto de gran tamaño descendiendo hacia nosotros. Al aterrizar, bajaron unos seres sobrenaturales. Uno de ellos, que parecía ser su líder, fue el primero en bajar. Con una horrible voz dijo: