Por Orlando V. Pérez
I
La eternidad por fin comienza un lunes…
También tu eternidad comienza un lunes.
También el nombre alado se eterniza.
También tu verso viaja por la brisa.
También los días lentos son impunes.
Los sorbos de tu infancia son canciones
viajando como un niño solo y serio.
Cual cruje la bisagra en el misterio,
así transcurres en meditaciones.
Ay de los tristes ojos cazadores
y la palabra puente y los albores
si el lunes va y prolonga tu tardanza.
La eternidad se aferra a la memoria,
mientras, marcando el curso de la noria,
el tiempo rumia trozos de esperanza.
II
…en plena oscuridad: aquí he vivido.
La esperanza es un conteo
regresivo. La memoria
piezas salva de la historia:
es el verbal coliseo
donde se entrenó Eliseo.
Él nació a contar las cosas
por las calles presurosas.
El misterio es una estela,
mientras la esperanza vuela
sobre ruinas caprichosas.
Ahora es la soledad
de su casa campesina.
Ahora ya no camina
por las calles de su edad.
Ahora ya la ciudad
oye el verso rumoroso,
quebrarse en eco espumoso.
Es el tiempo a renacer
y la aguja de tejer
va corriendo sin reposo.
III
…y aquel rostro que amábamos se esfuma…
Oh Calzada de Jesús
de raídos edificios,
¿a dónde fue tu cantor,
aquel de sutil estilo?
¿A dónde han ido sus pasos
tras pintarte los suspiros,
y el tráfago de la calle,
y los días amarillos?
Oh, Calzada de Jesús,
¿hacia qué monte ha partido
con paso lento el cantor
con sus zapatos cansinos?
¿Es que se quedó atrapado
entre las redes de un libro,
o como un pájaro errante
vuela a su libre albedrío?
Oh, Calzada de Jesús,
no dejes morir su trino.
IV
…y en vano es ya la espera, nadie viene.
Diego es decir Eliseo
y Eliseo es decir Diego:
su palabra es ese juego
que por sus ojos yo veo.
Su palabra es el venero
para poder navegar
hacia Julio y regresar
hasta su fiel derrotero.
La palma, la serranía,
el corazón de la muerte,
la ciudad, la parva suerte,
la inasible lejanía.
Decir su nombre es decir
entraña de poesía,
extraña luz en la vía
hacia el caos de existir.
V
Nombre y fecha tú grabas en un mármol…
Tu eternidad se alimenta cada lunes, camino hacia la historia señalada, y otros, como el cuervo, que “nunca más” repiten. Tu eternidad es una gota silenciosa hacia el final de la palabra para marcar la esfera de los sueños y acelerar el ritmo de cualquier reloj cansado.
Con este poema, el autor obtuvo Mención en el Concurso Internacional “El mundo lleva alas”, convocado por la Editorial Voces de Hoy, Miami, Fla., EE.UU., 2020. (N. del E.).