Por Nicolás Águila
La ancha pista del estrecho Paseo del Prado es la recta circular del ir y venir, del ser y el estar, del sufrir y el querer. Allí se pasearon los deseos, los temores, las promesas, las angustias y las esperanzas; se anudaron amistades, se echaron miraditas, se ocultaron sonrojos, se enlazaron corazones, se desnudaron pudores, se desbocaron pasiones y se me gastaron las suelas de los zapatos.
(*) El autor se refiere a Cumanayagua. (N. del E.)