Por Claudia Teresa Cabrera

Ágil cuerpo sumergido
en la linfa encarcelada,
es mariposa que nada
hasta divisar su nido.
Y después de concluido
noble reto, y desovar,
se anima para besar
las flores de mi batey
y con trazo de su ley
vuelve feliz a volar.

Entre dos arroyos vi
esa luz de amaneceres
y adornos de atardeceres
reflejando el carmesí

que insta al sol donde crecí.
Sin alejar la mirada
de la sitiera morada,
llegan a mis manos flores
y atesoro los colores
de mi infancia recordada.