Por Orlando V. Pérez
Como presa del autismo
(callado, sin maldecir),
¿qué hacer para digerir
este extraño cataclismo?
Es el borde del abismo,
es la maldita frontera,
y la sombra, como estera
interminable me acecha
como si estuviera hecha
de dolor, la carretera.
Como presa del ensueño
voy penetrando el rocío,
y en la luna, como un río
de fría luz, me despeño.
Sombra con el mero empeño
del derrumbe propiciar.
Como concha que en la mar
cada ola vapulea,
hasta que de arena sea,
sin poderlo remediar.
Como pasar una espada
por el fuego; como andando
sin un dónde, sin un cuándo,
con una luz devorada
hacia el panteón de la nada.
Como halar la pesadilla
hacia la trágica silla.
Como esperar la sentencia
en manos de la inclemencia
y quemar la maravilla.
Como una cruz repentina,
como un cielo encapuchado,
como reventar de lado,
como bajar la cortina
del último acto; ¿la mina
que la ilusión alimenta,
es ya triste cenicienta?
Y no hago más que romper
cada voluta de ayer
y la sombra me atormenta.