La última función de los elefantes*
Por Francisco Madrigal Sotolongo
De generación en generación de cumanayagüenses ha llegada hasta nuestros días, casi ya como una leyenda lo que sucedió con el circo Montalvo a varios jóvenes de aquí pues cuentan que este, entre sus animales traía dos elefantes y varios muchachos durante el día donde se exhibían los animales en la carpa se dedicaban a mortificar a los paquidermos lanzándole piedras y otros objetos cuando el guardia de turno se descuidaba.
Lo muchachos le gritaban a los elefantes, pínchalo, pínchalo y los golpeaban sin control sin tener en cuenta que los elefantes los miraban fijamente y grababan para siempre sus rostros y demás detalles, el circo se marchó y terminó para las moles de carne el sufrimiento provocado por aquellos agresores.
Quince años después el circo Montalvo volvió a Cumanayagua con los dos elefantes y ya aquellos jóvenes que maltrataron a los animales eran personas mayores de respeto con esposas e hijos pequeños y dos de ellos ocuparon los primeros asientos del graderío la noche de la nueva presentación.
Ya iniciada la función y llegado el número de los elefantes el domador trató en vano que los animales saludaran al público, ni latigazos ni nada hizo que los paquidermos lo obedecieran pues no quitaban sus ojos del graderío y sacudiendo sus trompas irrumpieron en los palcos haciendo que el público se pusiera en desbandada y los maltratadores escaparan de puro milagro y aunque no hubo muertos los destrozos fueron enormes por lo que la frase de un asistente resumió lo sucedido: “Caballeros, qué memoria tienen los elefantes”.
* Tomado del libro inédito Lo real y maravilloso en la tierra de Guamuhaya, del escritor cumanayagüense Octavio Pérez Valladares.