Si pudiera
abrir la sepultura
cómplice de la resignación.
Si pudiera
desechar el acero
de las paredes mustias.
Si pudiera
con la frescura
del primer momento
pasar frente a ti
sin temblores
(brota el deseo
que luego se desvanece).
Si pudiéramos
fundirnos en la sepultura
y que en ella respire
el latido del regreso
(aunque las sombras del ataúd
parecen siglos
cuando separa nuestras manos).
Entonces, las gasas del destino
desarmaron las deudas
en curvas de pasado.