Por  Eliecer León

La literatura cienfueguera, en su devenir, ofrece testimonios de cómo sus escritores observan, plasman y reflejan el entorno, y crean auténticas imágenes literarias, cuyo referente básico es de hecho Cienfuegos.

Los motivos literarios recurrentes en las letras cienfuegueras aparecen aludidos en la obra de los escritores como expresión del mundo interior afectivo y el mundo exterior cognitivo, por lo que suelen coincidir en numerosos casos con motivos identitarios del entorno cienfueguero.

La mirada del creador se detiene ante la belleza natural de la geografía que  lo identifica; este las recrea y las (re)concibe. Se expresa así una realidad matizada por la añoranza, el recuerdo y la nostalgia enriquecida por la memoria afectiva. El creador, aun sin proponérselo, revela los signos propios y específicos del mundo a su alrededor, de su identidad, de los elementos que calan su espíritu como ser humano y a la vez como artista, por lo que mediante su obra se corrobora la dimensión adquirida por los motivos literarios que asume.

La prístina creación literaria cienfueguera es quizás la leyenda, que parte del acervo más genuino. Está relacionada con aspectos característicos de la ciudad marítima, su cosmogonía y geografía particulares. Las primeras referencias acerca de la Ciudad del Mar y la identificación con este paraje las avalan como antañas muestras literarias, que sin tener autoría reconocida, se erigen como las más ancestrales formas autóctonas.

Postreramente, creadores cienfuegueros la inmortalizan mediante su pluma para validar su compromiso como fervientes admiradores del entorno circundante. La genealogía de los dioses, las fuerzas sobrenaturales, el surgimiento de parajes singulares autóctonos, tales como la cascada del Hanabanilla, la laguna de Guanaroca —por solo citar dos ejemplos— quedan inmortalizadas por la tradición oral en este tipo de relatos, que no pierden su candidez y son de hecho revelaciones artísticas propias de la transmisión oral.

Las leyendas  cienfuegueras constituyen una de las riquezas más considerables de su patrimonio inmaterial; dentro de ellas sobresale la de Guanaroca, que al decir de  Lilian Brito (2019) “(…) es bellísima y representativa del acervo cultural legado por nuestros aborígenes, y forma parte del patrimonio inmaterial, no solo de Cienfuegos, sino de Cuba”.

La leyenda de la Mari Lope, por su parte, aborda el tema de la incompatibilidad del amor y la imposición que aparece tratado simbólicamente entre la aventura de Jean, un pirata y una bella india, para evocar un ambiente de corso y piratería característico  de esta ciudad marítima, e idealizar una situación que justifique la presencia en la flora cienfueguera de la flor de la marilope, símbolo de la ciudad. También refleja esta leyenda la dignidad la mujer de la etnia aborigen, representada en la actitud asumida por la protagonista.

En conmemoración del 200 Aniversario de la Fundación de la ciudad de Cienfuegos surge el libro Doscientas perlas para un collar, idea original de Marcelino Pablo Peña Martínez, el cual representa:

“(…) la voz de quienes habitan y sudan las calles y los campos para después cantar desde lo más profundo de su corazón, cual custodios de la décima, como arma de combate y de resistencia, del hombre que hace pueblo y se convierte en su verdadero protagonista (...)” (Millán, 2019)

En la historia de la creación lírica cienfueguera, la ciudad aparece referida mediante calificativos de naturaleza invariable que conforman epítetos muy conocidos; aunque no por la reiteración pierden su encanto: Ciudad del Mar, Perla del Sur, Gitana peninsular:

Perla del Sur, corazón
que canta un himno a la vida,
Hoy antillana extraída
De una concha de ilusión.

(Wilfredo Sacerio Acea, “Cienfuegos”)

 

Gitana peninsular
Desnuda entre canto y brisa
¿Quién no guardó tu sonrisa
Para el regreso y anclar
En ti, anfitriona? Pleamar…

(Omniel Fuente  Ramírez, “Performace del silencio”)

El privilegiado entorno geográfico natural de la región justifica, en  la poesía de los creadores, la presencia de dichos epítetos y otras fraseologías o construcciones nominales por el estilo para referirse a Cienfuegos. No se pasan por alto motivos tales como el Salto del Hanabanilla, el Escambray  o Guamuhaya Cienfueguero, la playa de Rancho Luna, Cayo Loco, Guanaroca, el río Damují, el Arimao...Apréciese en el siguiente fragmento del Bárbaro del Ritmo y de otros decimistas la descripción cinética del paisaje, y cómo subyacen los motivos referidos anteriormente.

Me gusta ver cómo baja
del monte  el Hanabanilla
y como choca en la orilla
de la roca que lo ataja.
Me gusta ver cómo encaja
El Escambray en el llano…

(Benny Moré “Cienfuegos”)

La proximidad costera
me la anuncian los cangrejos
que van por los trillos viejos
con rumbo hacia Rancho Luna,
donde el mar destiende una
cama de azules espejos.

(Reinaldo García Bermúdez, “Me voy por la carretera”)

Desde la arena retratas
el vuelo a una golondrina
porque tu calma azulina
anuncia que Guanaroca
te detalló en una roca
la presencia, Fernandina.

(Marco David Fernández Brunet, “Cayo loco”)

Mi río, limpio cristal
Que brota de las montañas
Atraviesa las entrañas
Del Siguanea, inmortal.

(Luis Gómez, “A mi río Hanabanilla”)

El poema “A Fernandina de Jagua” ofrece una visión descriptiva con gran emotividad acerca  de la ciudad en su devenir histórico. En el soneto “Marina”, Eduardo Benet se regodea poéticamente en un motivo, atributo distintivo de la ciudad: el mar, presentado mediante el pescador que se enamora del horizonte, cual una chiquilla flechada por Cupido. Sobresalen el símbolo y el hipérbaton con intenciones poéticas muy bien logradas que le confieren al poema una gracia estilística finamente conseguida:

…como Safo la roca, de atalaya,
otea el horizonte una chiquilla.
juguetona, al pasar, la brisa pilla
le sube al muslo la bermeja saya.

(Eduardo Benet Castellón, “Marina”)

 

“Al Arimao”, otro de los poemas que aparecen en la susodicha compilación, lo conforman versos endecasílabos blancos o sin rima, en los que sobresale el encabalgamiento y un sujeto lírico en identificación con los atributos inherentes al singular motivo: el río, que despierta la admiración del poeta en apasionado desbordamiento lírico:

Pero tú sigues lindo, como siempre,
Y orlas de juncos la ribera plácida
que las palmas decoran. Llevas, lento,
al abrazo del mar tus ondas puras,
Mudo, terco en la acción, como el destino…

 (Eduardo Benet Castellón, “Al Arimao”)

Es muy frecuente la alusión a motivos que aluden a construcciones patrimoniales: El Prado, El Malecón, el Parque Martí, el Parque Villuendas, El Boulevard, la estación de ferrocarril, el Teatro Terry:

Si tus piernas son el Prado;
el Parque Martí, la  albura,
y el Boulevard la cintura
donde te has modernizado…

(Orlando V. Pérez Cabrera, “Perla del sur, peregrina”)

Parque Villuendas, te admiro
lindo lunar cementado
bajo tu verde arbolado
suelta la brisa un suspiro.
Suena el timbre de atención,
abre su puerta el andén,
un pitazo, sale el tren
y se duerme la estación.
Terry, tu hermosa estructura
en su conjunto acrisola
toda una herencia española
de tradición y cultura.

(Nilo Martínez Serrano, “Con cien fuegos encendidos”)

Otro de los motivos poéticos referidos relacionados con la arquitectura local son el Palatino y la barriada de Reina. Apréciese en el trozo poético siguiente del poema “Horizontes Azules”, de Santiago de Armas Monteros, cómo se imbrica el patrimonio tangible que tipifica el cementerio, con el patrimonio intangible representado por la Bella Durmiente:

 

…el tiempo se hace elocuente
y en una tumba sin flor
despierta un cuento de amor
desde una Bella Durmiente.

(Santiago de Armas Monteros, “Horizontes azules”)

 

Otro de los motivos poéticos recurrentes vinculados a su entorno patrimonial lo constituye el Castillo del Jagua. En la siguiente décima Mariano Bernardo Ferrer Miranda, mediante la interrogación retórica, personifica la fortaleza que resguarda la ciudad.

 

¿Qué pasajero te boga
con sus alas de rompiente?
¿Quién detuvo tu corriente
que hasta la brisa te ahoga?
¿Qué gaviota te interroga
y en tu fatiga ha encallado?
¿Qué sueños por ti han pasado
descarnándote la espalda,
donde duerme la esmeralda
que neblina tu costado?

 (Mariano B. Ferrer Miranda, “Castillo de Jagua)

Francisco Pedro Valdivia Gómez destaca en la vetusta construcción su valor defensivo contra los ataques de corsarios y piratas franceses:

Te circunda la neblina
Del ayer ya muy lejano.
Tú conociste al hispano
Y al francés de Fernandina.

(Francisco P. Valdivia Gómez, “Al Castillo del Jagua)

Luis Gómez apela a la descripción para develar un castillo típico de la época:

Entre paredes y rejas
Y calabozos sombríos
Se oyen en noches de fríos
Sordos torrentes de quejas

 (Luis Gómez, Castillo de Jagua)

 

Un lenguaje tropológico que comprende la prosopopeya y la metáfora se puede advertir en la siguiente muestra poética de “A tus ríos le cincela”, en el que se considera el motivo de la fortaleza un viejo centinela bañado por la fuerza de Guanaroca:

…persiste bajo la fragua
del sol que lame su roca,
y el pulso de Guanaroca
sigue latiendo en el agua.

(Dorge Rodríguez Hernández, “A tus ríos le cincela”)

En la poesía de Luis Gómez, Cienfuegos va más allá de los límites de la propia ciudad para adquirir una dimensión que comprende el terruño; por ello los motivos imbrican las calles, los monumentos locales, los parajes típicos y zonas rurales pertenecientes a la provincia. Palpita el poblado cumanayagüense con nostalgia dentro de la geografía cienfueguera:

La calle que está en tu prado
Cuántas veces la pasé
Descalzo y joven llevé
El pantalón remendado.

(Luis Gómez, “A Cumanayagua”)

 

La ciudad contemplada en las penumbras de la oscuridad con todas sus bondades,  sus recovecos,  sus retorcimientos y quejas se devela en la poesía de Ian Rodríguez que como una especie de buen cazador atrapa sin reparos en las redes, la noche acostumbrada del panorama citadino. El lenguaje de su poesía hace gala de un obstinado coloquialismo, un ejercicio de plenitud en que la ciudad con sus diferentes motivos: La Primera de Tulipán, el Prado… prorrumpe entre un mundo hierático de estatuas con los cuales interactúa el noctámbulo transeúnte:

Se detiene y se pregunta: ¿vale la pena buscar compañía
para quedarnos más solos mañana,
cuando los relojes anuncien las seis y media
y no pueda retener  conversaciones, instantes de avidez,
perfumes alborotados… caminar por caminar,
cruzar plazas y calles hasta La Primera de Tulipán
y no poder persuadirla de vivir juntos?
Dos gays efusivos se saludan en el Prado,
un niche al asedio de una bicicleta,
acciones humanas ajenas a tu florecimiento,
comprometidas tal vez
con la deplorable voz de otro cantante.
Un trago que jamás ha refrescado, pero alivia…

(Ian Rodríguez Pérez, “En La Primera de Tulipán”)

Marcial Gala rinde tributo a la ciudad, construyendo La catedral de los negros desde una perspectiva diferente. Centra la trama de su relato fabuladora partir de la convivencia del narrador en barrios marginales o periféricos, lo que posibilita dar rienda suelta a elucubraciones grotescas, humorísticas e irónicas mediante juegos intertextuales, crear personajes de diferente extracción social que dejan huellas de su desplazamiento al moverse por diferentes locaciones: Punta Gotica, El Prado, el Hotel Jagua, la heladería Coppelia…, los que se convierten en motivos para su caracterización:

Lo importante que era para un barrio como Punta Gotica, un barrio de negros olvidados y de blancos desamparados, tener esa iglesia justo en el medio donde todos podían verla.

Fue en el hotel Jagua, en una habitación pagada con mi dinero, yo acababa de chupársela para complacerlo…

Yo siempre he vivido en Punta Gorda, que es con mucho la mejor zona residencial de la ciudad. Iba muy poco a Punta Gotica, para mí como para tantos cienfuegueros de buena familia, la ciudad terminaba a la izquierda del parque Martí.

Pero aquella tarde en el banco del Prado de Cienfuegos con nuestras ilusiones casi intactas, esperando nuestro turno en la heladería Coppelia…

Yo sabía que permitir la catedral sacramentaria era condenar a este barrio y al mismo Cienfuegos al fracaso, a pesar de los turistas que ya no preguntaban dónde quedaba el cementerio de Reina, ni el parque Martí o el hotel Jagua, sino que se venían para acá para Punta Gotica y se regodeaban con las casas a medio derrumbarse, con la gente sentada en la acera en pleno horario laboral…

         (Marcial Gala, La catedral de los negros)

 

En la historia de la creación literaria cienfueguera se aprecia frecuentementela correspondencia entre los motivos identitarios inherentes a su cultura con los motivos propios de la creación literaria. Los escritores revelan los rasgos específicos de la locación en que viven; mediante su obra literaria se corrobora la dimensión adquirida en la historia de la literatura de esta región. Las motivaciones más recurrentes están relacionadas con su patrimonio tangible e intangible.

Referencias bibliográficas

 

Brito, L. (2019). Cienfuegos una perla ilustrada y moderna. En CIENFUEGOS LA PERLA DE CUBA. Valencia: Selvi, Artes Gráficas.

Millán, I. (2019). Introducción. En CIENFUEGOS LA PERLA DE CUBA,Valencia: Selvi, Artes Gráficas.

Peña, M.P.(2019). Doscientas perlas para un collar. Cienfuegos. Editorial Mecenas.