Por Jorge L. Machado
a mi madrecita del alma
Te he sentido pujarme,
cantarme tus amores
y beber de tus ojos y los míos.
Te he sentido sudar mi fiebre,
soñarme en vigilia y auditarme los huesos,
los pasos, la risa.
Sería pues pecado negar
no proclamarte santa,
no llamarte futuro,
espuma, horizonte… bandera.
Y amanecería llorando el tintero
y me quedarían solo el alba y tu olor.