Por Yannit Pozo
Recuerden: la muerte es una somnolencia angustiosa en el centro de una isla. Aún podemos labrar otras playas, otro pedazo de cielo sobre cada cual. No es posible la idea de respiración donde los muros reclaman tuétano, piel, quimera. Amados, aún regimos en el silencio y el grito, en el musgo y la respiración de los árboles; aún podemos dictarle a una mariposa el polvo que llevará a las ciudades enigmáticas; aún podemos escuchar el gemido de los insectos que van a nacer. Pero ya casi es tarde. Las aguas del mar alimentan una lluvia de retama.
De: El tren y los violines (Reina del Mar Editores, 2007). (N. del E.).