Por Yusbiel J. León

 

Ya no tiene Guanaroca
motivo de ser feliz
sin los pinceles del Luis
–pintor. El arrullo evoca,
la palidez de una roca
fugada, ¡qué pesadilla!
¿A qué gajo Hanabanilla
le reclamará en el monte
por la ausencia del sinsonte
que no le endulza la orilla?


Ya el dolor no es bien cantado
por un pan de viejas migas,
y el óleo de las mendigas
de ayer está descolgado
de los oídos. ¿Qué prado
besará tus suelas? Siento
los brazos del pavimento
azul por donde te mueves
gimiendo tu ausencia: llueves
auroras al sentimiento.


…Ah, pero de la neblina
caes en un astro, Luis,
a ser perfume y raíz:
el silencio no es la espina.
Tu sangre se arremolina
en espesas multitudes;
sube por las latitudes
del silencio que te encierra;
siembra tu luz y la tierra
en tu voz pare laúdes.

 

Tomado del libro Bajo el ala de un sinsonte. La pereza Ediciones, Miami, Fla., EE.UU., 2017. (N. del E.).