Por Amador Calvo

 

Fue el Abra de Castellón
lugar de mi nacimiento
y causa del sufrimiento
que llevo en el corazón.
Toda esa jurisdicción
anduve en mis diversiones
por trillos y callejones
entre tupida maraña
y por los campos de caña
de Breñas, Crespo y Quiñones.


Me agarré como la hiedra
y en permanente bregar
solo me falta llegar
al Turquino y La Gran Piedra.
Pero a mí nada me arredra,
detenerme no pensé.
En Escambray trabajé
en Mayarí, Las Lagunas
y en esa zona hay algunas
colonias que ya olvidé.


En Palmar Brujo y Cubitas,
en El Nicho y La Vegueta,
Cien Rosas toda completa,
Siguanea y Las Playitas;
en Batea dejé escritas
con ese andar siboney
en un gajo de jagüey
parte de la historia mía,
haciendo en mi travesía
una escala en El Mamey.


Soy de estirpe campesina,
conozco bien la sabana
y me gusta de mañana
internarme en la neblina.
Frente al cerro que se empina
me siento como un muchacho
contemplando en vivaracho
paisaje que me da calma,
y me halaga de la palma
el despeinado penacho.

 

Tomado de la Antología Poetas de fin de siglo en San Felipe de Cumanayagua, Ediciones ¡Ánimo!, Cienfuegos, Cuba, 1999. (N. del E.).