Por Ulices Trujillo

 

En el silencio del alma
la voz se torna imprecisa,
y es inquietante la lisa
tranquilidad de la calma.
La luz detrás de una palma
se esconde con cruel rutina,
y se apaga en la retina
la jornada como un año
donde el sueño es el regaño
que hacia la almohada te inclina.