Por Enma Artiles

 

Todas las tardes abuela recogía a Lola en la escuela y la llevaba a casa en su camión.
    —Lola tiene apenas cinco años y no debe viajar en el asiento delantero.
     Comentaban las madres de los otros niños
     Ni Lola ni la abuela respondían a esos comentarios.
     Ciertos comentarios no admiten respuestas.
     En la casa las acompañaba Julián. 
     Por las noches la abuela, la niña y Julián salían al balcón a mirar el cielo.
     Los padres de Lola andaban en aviones y el cielo debía permanecer despejado.
     Cuando los padres venían a casa, Lola y la abuela les preparaban una cena especial; después se quedaban junto a ellos mirando la televisión. Solo entonces Julián salía a vigilar el cielo.
     Una tarde la abuela no fue a recoger a Lola a la escuela.
     La profesora llamó por teléfono y la abuela apareció de inmediato en su camión, pero cuando intentó hablar no pudo hacerse entender.
     En la libreta que traía en su bolso la abuela, había escrito muchos mensajes para cuando llegara ese momento.
     La abuela padecía la enfermedad del olvido.
     El último mensaje que la abuela había escrito era para Lola.
     “Si pregunto quién eres, dibújame un camión”.

Únicamente Lola y la abuela entienden el secreto de ese mensaje.
     Los padres de Lola ya no andan en aviones. Ahora, por las noches, están en casa.
     —¿Es cierto que a la abuela hay que atenderla como si fuera un bebé?
     Preguntan las madres de los otros niños en la escuela.
     Lola no responde. Ciertas preguntas no merecen respuesta.
     Cuando Lola llega de la escuela su abuela le sonríe como de otro mundo.
     Lola ha dibujado para ella un cielo despejado.
     La abuela pronuncia un nombre.
     “Ju-lián”.
     Entonces Julián viene hasta el balcón.
     Y se quedan los tres, la niña, el gato y la abuela, mirando el cielo.
     Todas las tardes aparece un camión en el cielo.
     Lola sube al asiento del conductor y comienza a recordar con la abuela.
     El camión avanza entre las nubes.
     —Lola sabe llevar muy bien a la abuela.
     Comentan los padres con orgullo.

 

Tomado de ¿Cuánto cuestan los abuelos? Editorial Cauce, UNEAC, Pinar del Río, 2012. (N. del E.).