Por José Ramón Calatayud

Me sorprendí, debo confesarlo, cuando tuve en mis manos, casi por azar, un ejemplar de un libro hermoso y útil; hermoso, porque como producto artístico resulta un verdadero hallazgo, y útil porque sospecho que en el futuro, esta reunión de poemas para niños de muy variopinto origen, marcará una pauta, pues permite hacerse una idea del amplísimo espectro de escritores que hoy día dedican su talento a los más jóvenes y además, hacerlo con gracia, mesura y belleza, con esa tan necesaria delicadeza con que los creadores asumen los temas más baladíes, los más sencillos.

Varios valores permanentes reúne Atarraya de versos, el delgado tomito, azul como una mariposa que quiere emprender el vuelo, que encontrará cabida en el gusto de los lectores, no solamente infantiles, pues la inteligente selección, en la cual aparecen desde autores nacidos en el siglo XIX hasta otros venidos al mundo en las postrimerías del XX, ofrece un abanico de estilos y formas poéticas, cuyo denominador común es la ternura y la fidelidad.

Clásicos como Eduardo Benet, Lourdes Díaz Canto y Florentino Morales, junto a un sorprendente Rogelio Porres, un nunca olvidado Rogelio Leal y consagrados, aunque jóvenes, como Ana Teresa Guillemí y Miguel Pérez Valdés. Justicia es incluir al desaparecido Carlos Hernández Trujillo y al activísimo Esteban López, entre otros escritores de mayor o menor juventud que aún no han dado a conocer en un libro, pero han aportado textos nada desdeñables que merecen ser publicados.

La idea de un libro así es un acierto; otro acierto es la selección de Cindy Claudia Pérez de Armas y Niurys  Maza Filgueiras, con la madura edición de la maestra Ana Teresa Guillemí, hada madrina de los que balbucean por abrirse paso en el mundo de la literatura para niños, y la sabia corrección del crítico y periodista Julio Martínez Molina, que de esta manera se empodera en el universo editorial, de amplísimos contornos, al que mucho puede aportar por su rigor y profesionalidad.

Capítulo aparte merecen las ilustraciones de Miguel Pérez Valdés, artista todoterreno capaz de moverse con admirable agilidad en las más diversas aguas. Poeta y artista escénico, aparece ahora como un ilustrador absoluto, y aunque no es su primer trabajo como ilustrador, aquí se muestra seguro y firme. Sus dibujos permiten colorearse y ese es otro valor añadido que tiene este tomo que sin dudas, es una de las mejores propuestas de Ediciones Mecenas.

Ojalá sea esta entrega la primera de otras que vendrán. Talento y voluntad no faltan.

Tomado de 5 de Septiembre,  19  de agosto de 2020. (N. del E.)