Por Dania M. Valle
Otra senda
Se abre una puerta en el muro, me recibe un laberinto cuando mi huella un distinto paisaje quiere, el conjuro contra el sorbo de cianuro y ese instante que provoca un signo que me coloca el frío y la soledad. Hoy yo busco la heredad que un nuevo pacto convoca.
Voy alejando la muerte, mi raíz de la ceniza y toda historia hecha triza dentro de la sombra inerte. Yo me evado de la suerte hecha de sal y de bruma —de esas caras de yagruma que el oráculo me instala— pido el tiempo que acorrala esa angustia que me abruma.
Soy la mitad sumergida, un anhelo que demora y sigue buscando aurora entre tanta sobrevida. Tengo mi propia guarida en los salmos, en las luces —que vienen rompiendo cruces— en mi oración cuando intento tener la paz que yo siento si evito los arcabuces. A veces tuerzo el camino. A veces me desespero y me acerco a lo que quiero empujando mi destino, a veces escucho un trino en la cumbre que me incita, ella se acerca.... se evita y yo le imploro la senda donde Dios es quien enmienda lo que el demonio marchita. Voy otra vez al intento de saltar sobre el abismo, voy otra vez hacia el mismo lugar que pide mi aliento… y plasmo ese pensamiento cuando en mi mente se pinta, es una historia distinta que siempre busca el papel: el otro yo que es más fiel y se fuga por la tinta….
Espada de flamboyán
Parece que ella dialoga con el viento en su retiro y es trapecista que un giro dará pronto en una soga. Siempre parece que boga por no ser quien se margina pero su cuerpo se inclina como espíritu a lo eterno del castigo del infierno o la presencia divina. Ya baja —como el anhelo que está a punto de cumplirse— es terca y antes de irse del árbol y ver el suelo le pide perdón al cielo pensando que la acompaña. Ella luce como extraña similitud de la edad del hombre y su realidad el tiempo también la daña. Ignora en el flamboyán cuando luce el color menta que la observa siempre atenta y escondida con un plan la vida que con su afán de cambiar todo en el mundo irá segundo a segundo poniéndole un tinte negro y lo que antes era allegro será un réquiem muy profundo.
Páginas del álbum
Melancolía mecedora de costumbre y desarraigo.
Julia Cabalé
I
Siempre hay poder en la lluvia cuando por dentro me moja y el recuerdo se deshoja esta tarde en que diluvia. Hoy el clima es una gubia para trazar la añoranza y el reloj que siempre avanza no le importa este retablo tan húmedo en que yo hablo a una fecha que me alcanza…Ahora mi mente va atrás y recalo en otra casa—mala costumbre que arrasa el tiempo— sé que quizás busqué otra suerte, un disfraz que la vida me desliza. La edad nunca se eterniza y en aquel año dos mil yo estaba llena de abril y lejos de la ceniza.
II
A Francisco Ramón Turró in memoriam
La foto sepia perdura y en mi memoria esa risa que llevó el tiempo de prisa con su extraña vestidura para entregarla a la albura donde no existe regreso. Nadie jamás queda ileso de las tretas de la muerte —si en el templo de lo inerte de lo invisible estás preso— la foto palpita en un recodo de la alegría, lugar en donde se enfría la mudez que busca algún demonio con su común labor de animal hambriento que insiste en dejar sediento el lugar de lo sublime pero su voz se suprime y solo queda en intento.
III
A José A. Rafols Reyes in memoriam
El sillón está vacío…inmóvil en la terraza, mañana no estará en casa ese sillón tuyo y mío, ahora se siente tan frío quien buscaba sostenerte y ya nunca podrá verte si en una sala distante no será el perseverante que balanceaba tu suerte. El sillón cambió de dueño cuando te fuiste hacia el mar ¿dónde más podía estar quien de azul quiso su sueño? tú sigues en el empeño de perseguir a las naves que en las olas hacían graves vaivenes junto al timón y nacía la canción que de memoria te sabes.
Sin retorno
¿Volver…volver hacia dónde? el pasado es una ruina y la suerte hoy me encamina a un sendero en que se esconde un tiempo que no responde, solo Dios ve en la tiniebla entre el hoy y lo que amuebla el resto de la jornada. La vida es una cascada de sorpresas en la niebla.
Volver a luna menguante no es sabio, no lo aconsejo, cuando el tapiz está viejo debes mudar su talante, debes ser perseverante para elegir una fuente del agua más transparente, lo estancado va al declive, tu evolución no pervive cuando se evade el presente.
Del enigma
Voy hacia la tenue oscuridad
la media muerte de cada día
Julia Cabalé
En la noche hay otro imperio, surge otra vez el lugar tan lejos del despertar, tan sumido en el misterio, allí me aguarda lo serio, lo ridículo, lo absurdo, es el tiempo donde aturdo mi estampa en la realidad, donde existe otra verdad—donde lo derecho es zurdo—el sueño otra vez atrapa al esquivo subconsciente, ahora el pasado es presente y el desnudo una ventaja que todo pudor me raja y me viste de Lucrecia de Borgia, voy a Indonesia, soy Teresa de Calcuta y hay un ángel que disfruta las memorias y la amnesia.
En la noche queda lista la estancia que yo venero o sufro un recio aguacero que desde lejos se avista. Viajo en tren. Soy escapista. Hay un hombre al que embeleso… o me anuncian un suceso que la vida me depara. Caigo en la historia más rara pero al final yo regreso.
Sabiduría
Los neutrales llegan lejos,
los neutrales son divinos,
no quieren ser peregrinos
en tierra seca, ni espejos
para buscar los reflejos
a veces distorsionados.
Ellos viven amparados
en el escudo más sabio,
siempre evaden el agravio.
Nunca son crucificados.
Los neutrales no pervierten,
ni tampoco santifican.
Los neutrales edifican
un sendero donde advierten
que si sus pasos convierten
en huellas impenetrables
nunca estarán de culpables,
ni en gloria sobre un altar
pero se pueden anclar
en los tiempos perdurables.
La fuga
Están lavando la losa y el cuchillo del verdugo, la cuerda ya no es el yugo y un grito cayó a la fosa, el cuerpo allí no reposa, lo dividen en pedazos después de que dos hachazos le desangraran su mundo y que un vientre muy profundo hundiera el tiempo sin plazos. Ayer ignoraba todo lo que esta tarde acontece, si la muerte hoy aparece presentada de tal modo que un paseo sin el lodo no parece penitencia, impredecible experiencia que lo lleva a donde un rito lo hará ese manjar bendito para aplacar mi apetencia.
También marchará la mano de quien buscó la partida de aquel que sufrió la herida —su nombre tarde o temprano desfilará hacia lo arcano que hoy ignora— decantable será cuando el rostro hable con el imperio silente que pondrá su huella urgente donde también va el culpable.
Tiempo de quimeras
La mente puede construirlo todo.
La realidad construye
lo que puede.
Julia Cabalé
Ahora me llega el rumor de un status venerable, tiramisú degustable, un granjacuzzi. Clamor de Dubái. Giga esplendor de un diálogo con millones de zafiros y almohadones. Perfume de Pachulí, la crema de chantillí que me ofrecen los Borbones. En Tiffany desayuno —si a Audrey Hepburn me parezco— segura estoy que merezco un traje de alta costura, lamborghini, dentadura de porcelana en Europa donde degusto una sopa de champiñón —¡que bocado!— y ceno un salmón ahumado con un martini a la roca…
Monte… calor… ramillete de flamboyán solo existe, la quimera en que persiste la fuga del clarinete y aunque escucho ese machete cercenando el romerillo no importa agradezco el brillo del oro goldfish que es bello ¡Tal vez presagie un camello con el petróleo de Arabia!... Mejor me visto de sabia: soñar es un atropello.
Cantos perdurables
Para Vicente Huidobro por su obra monumental
Se hunde Altazor y detrás van los agravios del mundo, Altazor es un fecundo desconcierto… o es quizás un sueño de Barrabás —que no era un equilibrista— permitiendo al escapista un olímpico descenso. Altazor es el inmenso desafío de un artista, su caída es la patada que le dieron a la voz del hombre, un gemido atroz saltando como cascada, una herencia clausurada por siglos de rebeldía… ¿o es acaso la utopía de una mente dislocada? Altazor salta sin alas, conversa con aeroplanos, extiende fuerte las manos mientras no llegan las balas. Altazor desciende escalas por el cielo, ve un cometa, una montaña y su meta es el vientre de una tumba. Altazor jamás derrumba los presagios de un profeta. Se exilia quien es la pieza de un eterno crucigrama que el demonio siempre llama, aunque hay un ángel que reza para espantar la fiereza del corazón animal y alejarle ese bestial derrotero que mutila pero Altazor se aniquila por un llamado abismal…
Con este conjunto, la autora obtuvo el Primer premio en XXI Concurso Nacional
Ala Décima (2021). (N. del E.).