Por  Olga L. Martinez

Inciertas son las mañanas
con el rocío en el lecho.
Lúgubres…, cuando del techo
embisten furiosas lianas.
A las grietas cotidianas
se aferran.
Grita el jazmín,
tensa una cuerda el violín,
lastima la melodía.
Negro preludio…,
el día, no parece tener fin.

No parece tener fin, el día…,
negro preludio.
A las mañanas repudio
y odio el grito del jazmín.
Las lianas a mi violín
como látigos se aferran.
Miro las grietas:
aterran.
Sigue en el lecho el rocío.
De tanto verlo…, me hastío.
Mis ojos… 
                callan, se cierran. 

Con este poema la autora obtuvo Mención en el Concurso Internacional El mundo lleva alas (Miami, EE.UU.). (N. del E.)