Nacido el 21 de junio de 1923 en la ciudad de Cienfuegos y fallecido el día 12 de abril de 1984, a los 61 años, el Ruiseñor de Arizona fue sin dudas, uno de los más importantes improvisadores de nuestra estrofa nacional, la décima, y además destacado locutor de la radio cienfueguera desde la época de Radio Tiempo.
Entre los programas en que tomaba parte se encontraban Ensueño Matinal, que se transmitía a las 6:00 de la mañana y donde las poesías eran de su creación,
mientras el guion y la conducción del espacio corrían a cargo de otro maestro de la locución: Humberto Albanés López. Además, Sacerio condujo y dirigió el espacio Discoteca, el cual era escuchado a las 8:00 de la mañana y también de 9:00 a 11:00, con varias secciones de entretenimiento y una en especial, seguida de cerca por los amantes de la radio: El personaje incógnito. Pero uno de los que más audiencia tuvo fue el de la temática campesina, Por la campiña villaclareña, que se difundía en diferentes horarios, de acuerdo con la estrategia de programación. En sus inicios el colectivo estaba integrado por Wilfredo Sacerio y Efrén Martínez Calaña como poetas, (el primero era guionista y conductor), en las cuerdas Manuel Castillo, que por cierto aparece junto a Luis Gómez en la película que dirigió Julio García Espinosa, basada en los cuentos y noveletas de Samuel Feijóo: Juan Quinquín en Pueblo Mocho. También en las cuerdas se encontraban Juan Rodríguez y Magdaleno Díaz; en el bongó, José Madrazo, y en el güiro, Tato Poblet, que a la vez tocaba la filarmónica. Posteriormente se unieron a este elenco otros poetas, a decir de Modesto González, El Cubanito, Francisco Echazábal Álvarez (Frankestén), Luis Gómez, Rogelio Porres Reyes, Nazario Segura Cabrera, Ramón Roque, Arnaldo Figueredo y René Espinosa, entre otros; y el guitarrista Manolo Hernández. Este programa se presentaba cada día con una redondilla de la autoría de Sacerio: “…como una novia risueña / que ama el paisaje y la flor / la tarde nos lleva por / la campiña villareña”.
En un reportaje realizado por la periodista y escritora cubana María Elena Llana, para el Diario de la Tarde, el 14 de marzo de 1964 y fechado en La Habana, resalta el quehacer de la emisora Radio Tiempo y su importante papel en la divulgación de numerosas tareas sociales, deportivas, culturales y políticas de la radio cienfueguera, que fueron corroboradas por Adán Ross, su director en aquellos tiempos. Pero Sacerio no solo viajó por los diez trillos sonoros de la décima, sino que escribió sonetos, romances, artículos, crónicas y mantuvo una sección en el diario Vanguardia, de Villa Clara, con el título de Guardarraya Liberada, donde ponía a relieve los nuevos tiempos que corrían después del 1.º de enero de 1959. Fue, sobre todas las cosas, uno de los mejores promotores de la décima y de la música campesina en general, entre ellos el Conjunto Campesino Cienfuegos, del que fuera su director; del Conjunto Damujino, dirigido por René Espinosa Monzón y el grupo de músicos y poetas aficionados Rumores de mi bohío, de la mano del poeta Ramón Roque.
Obras de Wilfredo Sacerio aparecen en el libro Trovadores del Pueblo, t.1., editado por la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en 1960, con búsqueda, selección y prólogo del incansable e imprescindible Samuel Feijóo, libro que constituye una joya de la oralidad del pueblo cubano.
Hay una anécdota de hondo humanismo que quiero compartir con los lectores y que forma parte también de la vida de este poeta cienfueguero. Me había tocado trabajar en el equipo de evaluación de Proyectos Comunitarios del centro del país y después de visitar Villa Clara y Sancti Spíritus, llegamos a la provincia de Ciego de Ávila, y en una pequeña comunidad agrícola me encontré con un hombre de aspecto descuidado y melancólico, quien me narró en una conversación informal que había estado en Cienfuegos y tenía mi libro de décimas Por la piel del calendario, lo que me alegró mucho. Pero su intención no era solamente decirme lo del libro, sino contarme que su mamá había sido novia de Sacerio cuando este trabajó en la zona de Florida y que los padres de ella —sus abuelos— no le permitieron casarse con el poeta porque era mulato. Con lágrimas en los ojos me dijo: “¡Yo quiero mucho a mi papá, pero me hubiera gustado que mi mamá se casara con Wilfredo Sacerio!”.
Después de la muerte de Wilfredo, la Parranda Campesina del parque Villuendas adoptó su nombre, sin embargo creo fervientemente que la ciudad le debe mucho al Ruiseñor de Arizona y que los poetas, músicos y admiradores de la décima están, estamos, en deuda con él.
El poeta le cantó a su patria chica: Cienfuegos, vergel de aromas / por todo el mundo admirado / imperio de amor rodeado / de mar, paisajes y lomas. / Con serenidad te asomas / al balcón primaveral, / y en tu noche tropical / encendida de luceros, / riman los camaroneros / la canción del litoral. /
Perla del Sur, novia franca, / del marino que retorna; / tu cabellera se adorna / con rizos de espuma blanca/ La mano del tiempo arranca / suspiros de tus ofrendas / y en evocadoras sendas / de los indios siboneyes, / derrites en los bateyes / el oro de tus leyendas… /
He tratado de esbozar, someramente, algunos de los aspectos de la vida y obra de Wilfredo Sacerio Acea, El Ruiseñor de Arizona. ¡Honrar honra!, dijo el Maestro.
Tomado del periódico 5 de Septiembre (edición digital). (N. del E.)