Por María Salomé Pérez Conde
Se despertó asustada e incómoda, intentó abrir los ojos; pero solo sentía a su alrededor un ambiente tibio, húmedo, de agradable olor.
Comenzó a acomodarse y a aceptar su nueva condición. Poco a poco fue reconociendo a su alrededor otras compañías que le agradaron; trató de moverse, de hacerse sentir, pero sus esfuerzos fueron en vano; después de un rato de duro batallar sin resultados, comenzó a pensar en liberarse… el cansancio y el letargo la adormecieron.
No sabe cuánto tiempo durmió, la despertó un súbito movimiento interior, se fragmentaba, crecía, algo la hacía subir; una extraña fuerza la arrastraba, la tiraba hacia afuera; toda húmeda y olorosa, abrió los ojos con dificultad: ¡había tanta luz y alboroto a su alrededor, que quedó sorprendida!
…Y entonces, una sensación de alegría y júbilo inundó su ser. Muy pronto crecería tan fuerte, vigorosa y saludable, ofreciendo flores y sombra a todos.
…Se había convertido en un hermoso framboyán.
Con este relato la autora obtuvo Mención en el Concurso de Minicuentos “Ariel”, convocado por la Casa de Cultura de Marianao en el año 2020. (N. del E.).