Por José Oriol González

El agua, elemento primigenio, es el principal componente del cuerpo humano, que posee 75 % de agua al nacer y cerca del 65 % en la edad adulta. Sin ella, la vida toda, tanto humana como animal, sería imposible. Se dice que nadie podría sobrevivir más allá de 72 horas sin ingerir agua. Si tenemos en cuenta que el agua que bebemos es agua dulce y solo se encuentra en lagos, ríos, arroyos, en el manto freático, entre otras formas de concentración y almacenamiento, por ser la única posible hasta ahora que se favorablemente se metaboliza, constituye una preocupación constante su desperdicio, su contaminación, la reducción de su presencia tanto en embalses naturales como culturales.

Por eso, Osmel Francis Turner no ha cesado ni un instante en poner al servicio de la conservación y cuidado de tan preciado líquido, desde la institución que con amor, dinamismo y ensoñación dirige el grupo ecologista “Cubanos en la red”.

Osmel está en Cumanayagua, haciendo un loable trabajo, y por eso ha establecido con Teatro de los Elementos, prometedores convenios de trabajo. Y el pasado sábado día 22 ejecutamos un bello, sencillo y emotivo espectáculo entre las aguas del río Baldomero, en la Comunidad El Jobero, en Cumanayagua (que la atraviesa cual cinta acuosa de un lado a otro), donde radica dicho grupo teatral, para celebrar y festejar el Día Mundial del Agua, con la presencia de un equipo de Perlavisión, la televisora de Cienfuegos, Radio Cumanayagua, además de las maravillosas bondades de las redes sociales.

El espectáculo fue todo originalidad. El primer bloque consistió en una declamación dramatizada a cargo de cuatro actores jóvenes de Teatro de los Elementos, quienes, desde dentro del agua, cual deidades acuosas, dramatizaron fragmentos del contundente poema “Mi río es una casa”, del poeta cumanayagüense Orlando V. Pérez Cabrera. Sobre el puente que une los dos segmentos comunitarios, fueron interpretadas las notas de la tonada Carvajal —inmortalizada por Luis Gómez—, a cargo del tonadista Antonio de Jesús Jiménez, y el acompañamiento de Pedro Ernesto Quintana y Juan Pablo Ferrer.

A continuación, Osmel Francis, quien tuvo la iniciativa de invitar a diferentes miembros de la ANCI y demás organizaciones que agrupan a discapacitados del país, amenizó el espectáculo, en lo que pudiera ser el segundo bloque, con un toque de tamborcitos hechos de güiras, rodeado por un grupo de discapacitados, a la vez que entonaba cantos improvisados en que remedaba el areíto, mezclado con notas de origen yoruba (toda una invocación a la magia de las aguas, a su cuidado y conservación, impregnada de penetrante misterio). El tambor del agua, creado y ejecutado por Juan Carlos Valladares —cuya afinación estuvo a cargo de Gonzalo Bermúdez—, sirvió constantemente de apoyo rítmico al espectáculo.

El tercer bloque fue un momento de alta creatividad, a cargo del connotado artista Nelson Domínguez, Premio Nacional de las Artes Plásticas y Diputado a la Asamblea Constituyente. Él, junto a artistas plásticos cienfuegueros, animaron con figuras de la fauna acuática cubana y otros motivos, superficies del cuerpo de dos modelos, que avanzaron, como bellas ondinas criollas, de una orilla a la otra, hasta situarse junto al tambor del agua, ya también dentro de la corriente acuosa, ya antes impregnado de sugerentes dibujos a cargo de los maestros de la plástica mencionados.

El guion y la dirección del espectáculo estuvieron a cargo de José Oriol González y de Juan Carlos Valladares, actor y asistente de dirección de Teatro de los Elementos.

Se contó, además, con la presencia Eloy Ganuza Santos, actor y director teatral cubano.

Representantes de las organizaciones políticas y de masas, así como del Gobierno Municipal estuvieron presentes, en primer término, Armando Carranza, Primer Secretario del PCC en el municipio de Cumanayagua.

Artistas invitados, miembros del equipo de grabaciones, otros actores del grupo (entre ellos, Omar Torres Sarduy, quien declamó una décima), personal de apoyo, todos hicieron su aporte al éxito de tan emotivo, altamente creativo e apremiante como grito de alerta acerca de la necesidad de cuidar nuestro más preciado líquido. Porque:

Tengo un güije de morada azul aquí en las aguas;
un güije a cada amanecer rompe una güira
de la que saltan peces y caguamas como islas.
La casa se me ha vuelto río sucedáneo
con paredes en cascadas, y techo en cielo, y pisos en corriente.
Me suena el corazón cilindro lleno de caracoles sempiternos.
(Mi corazón es un islote del delta donde habita un bucanero
que trepa por la cuerda de la luz con una bandera blanca en la cabeza.)

Milagrosamente se me han multiplicado las palabras:
burbuja, espuma, flor de agua;
serpiente, vena, cinta;
hombre, balsa, tronco, pez
voces son que apuntan a cuantos vienen de mi sangre:
pero ninguna tan sonora como aquella de nombrar los seres que  me inventan
y me sacuden cuerpo de la magia...

Los que me aman son, me odian o maldicen
y a ellos voy/ como se vuelve al mar/ después de un largo viaje.

De: “Mi río es una casa”