Por Ulices Trujillo
Sospecho que te hablé de los rincones
Y de las pausas que hay sobre mi cama,
De las voces que el silencio me reclama
O de los gritos de sexo en los balcones.
Sospecho una caricia a la deriva,
Una guitarra sin dedo ni canción,
Un dios que nunca escucha mi oración,
Alguna lengua que nada en su saliva.
Yo presiento que te hablé de geometrías
Y de falsas promesas que al desnudo
Alguna noche de pasión reclamarías.
Hay tanto verso muriendo en mis pantanos,
Y tanto labio en la piel donde me anudo,
Y hay tanto amor que habita en nuestras manos.