Por Olga L. Martínez
Atravesaré el cielo, y en las aguas rojas de tus venas
morderé el cansancio y la lujuria.
Entre tanto silencio, emerges con mi luz.
Muerdo el agua y el sudor cubre la piel con que te beso.
Araño un suelo fértil y retoño en tus entrañas.
No demorarán
el llanto, ni la lluvia.
No atrasaré los relojes.
Quiero ser el tiempo en tu garganta ahora.
Se desbordan los mares por donde has de llegar:
vuelto sueño.
Vuelto ángel. Vuelto pez.
Una golondrina no volará en un cielo verde.
Descorre las cortinas para el salto.
Allí donde los gemidos se interceptan, estoy.