Por Jonathan Sánchez Marrero

Cuando vio entrar a aquella mujer al salón de belleza, se le alteró el pulso y lastimó con las tijeras a la chica a la que le hacía la manicura.

La mujer se veía sucia, desgreñada. Caminaba perdida. Se sentó en uno de los asientos cercanos a la entrada y ahí se quedó, con los brazos cruzados y explorando a todo el que entraba y salía. Era una inmigrada; mexicana quizás, y acabada de traspasar la frontera.

La manicura se forzó por concentrarse en ablandar cutículas, blanquear y abrillantar uñas, poner prótesis de porcelana, quitar esmaltes…

“¿Y estas manos? Es ella” —pensó.

Levantó la cabeza. La mujer la observaba pacientemente, respirando como sin querer.

—¿Qué… le hago exactamente? –le preguntó.

—Los coyotes se robaron a mi hijo en la frontera. ¿Puedes quitarme su pellejo de debajo de las uñas? 

 

Con el presente texto el autor obtuvo Primer Premio en el Concurso de Minicuentos 2020, convocado por la Cátedra de Literatura de la Casa de Cultura de Marianao, La Habana. (N. del E.).