Yo no iba a caer de rodillas
como la muchacha
que se rindió
en todos los escenarios,
ni dejé promesas
apuntando al cielo
ni disfracé el torrente
que atraparon mis ojos en tu infinitud.
Yo siempre me detuve
con esmero
en la palabra más difícil de pronunciar
en el silencio cruel detrás de tus palabras
sin temor a sorprenderme
o la avaricia de sorprender,
como la primitiva muchacha
que desconoce los pactos
las fases lunares
el simple humo.
Siento piedad
por las alturas
las equidistancias
los enamorados
las flores que envenenan
y la vida
esta noche.