Por Maria Herrera
El inicio de la noche
abraza las vísceras de cada día,
el pecho se convierte en piedra,
queriendo asustar…
y seguís allí,
encerrando el alma en cera
con promesas lustradas,
con tu voz cavando la fosa
para mi voluntad. 
Yo revivo los muertos
de mi pasado otra vez y otra…
hasta el último ápice de culpa
atada a las espaldas doblegadas que cargo;
nada invade la mente que te adorna.
Pero… la esencia de tanto caos
finalmente se impregna en mí
y ya nada es tranquilo como una tumba.
Tus mil y unas lenguas ahora están muertas
y todo volvió a ser silencio después de morir,
hoy, me devolví a la vida
y en ella no estás.
II
Me ofrecí océanos
 de suspiros estelares, contigo,
 si contigo.
 Y...
 me juré oasis de besos
 perlados
 en la tibia carne
 de tus brazos...
 Levanté mis sueños
 en las alas de tu vuelo.
 Desaparecí,
 en un “amor”.
 Amor por ti,
 que no era amor.
 Fracasé contigo,
 fracasé conmigo.
 Olvidé las raíces
 de mi ser,
 la luz de los brotes
 se apagó,
 se vistió de eclipse.
 Un eclipse parcial sin corazón.
 Me obsequié hectáreas
 de hierbas frescas
 en bellos momentos
 atada a tu mano,
 soltando las mías.
 Hoy,
 seré mi propia cita,
 mi propio encuentro
 mi único amor...
 III
¿Cuántas angustias puede resistir
 el esmalte de tu lumbre?
 ¿No existe sin congojas
 la porcelana de la vida?
 Me deshilo
 sobre el ávido torbellino
 de tu ausencia…
 Despierta y melancólica,
 dormida y aurora.
 Tu jazmín beso:
 el gran infortunio de un verso,
 abrazador y tierno,
 que disfrutaba mientras
 se rompía el alma…
 Insomne caos,
 vértigo hechicero
 y,
 temblor,
 sin ti...
 La nada.
IV
Una hoja
 que no mece,
 huérfana de viento.
 Un hambriento
 sin apetito,
 saetas sin magia...
 Se agita el alma
 deshilachando
 la alfombra mágica
 donde se recostaba
 la inocente ilusión.
 Ilusa...
 Sin sensación.
 Las vísceras del cerebro juegan conmigo,
 clavando dagas fantasmales;
 la ruina del tiempo carcome
 en eternos insomnios...
 Y en el perenne embrujo
 del sortilegio de tus ojos
 el eco de mi pecho
 agita las sílabas
 de tu nombre.
 Un nombre sin nombre,
 Un otoño sin hojas secas.
 
											 
   
  
 
						













