Por Sylvia Zárate Mancha


En el recuerdo está el olvido
y en el olvido habita el recuerdo.
Busco en mi memoria
tu rostro surcado por mil derrotas
que no supiste combatir.
Siglos de vientos
agolpados en los muros de mis caminos
me traen tu voz ahogada por lamentos,
desatinos vivenciales,
elegiste morir en vida
y en vida morir.
Recuerdo y olvido cohabitan,
uno está siempre al acecho del otro
como fiel compañero que obligado rememora
los caminos donde lucha nuestro existir.
Olvidando te recuerdo,
porque dando pasos en tu camino
he ido desasiendo tus huellas.

Levanto mi mano

He dejado de escribirte,
tu silencio llena las horas,
un grito reprimido agoniza,
la tinta rebelde va uniendo
las letras que forman tu nombre.
No te recuerdo,
una mirada me atrapa,
es el pasado invadiendo mi ser.
Algo intangible se hace presente.
Levanto mi mano,
corro cortinas,
algo escapa por la hendidura.


Despedida

Tu mirada húmeda y amorosa
envolvió y atrapó para siempre la mía,
habló lo que nunca escuché en toda una vida;
tus labios musitaron palabras
que no entendí
bajo la luz cálida de tu ser;
me miraste triste,
una lágrima escondida…
después el agua lloró.


La paz

La paz respira en cientos de libros
donde las palabras cantan
antiguas epopeyas reales o tejidas,
sin que en ellas cabalgue
el jinete apocalíptico.
En caballo rojo
su galope es incesante y execrable.
Surge el níveo resplandor
de voluntades intocadas por el corcel alazán
protagonista de centurias,
sus huellas están en cada piedra,
en el mar que abraza la tierra
entre recuerdos de amor y olvidos de sangre
y en monumentos reprochables,
germinados en cerebros
obtusos y preclaros.
La paz se posa
sobre huesos inocentes
y esfumadas sonrisas,
toma de ellas la sangre
batiendo sus alas victoriosas
sobre la guerra.
El escenario solo cambia:
ayer con piedras y lanzas,
hoy con misiles y guerras bacteriológicas.
La semilla de la paz
debe de nacer en cada aliento,
en la palabra que busca la esperanza,
en la lágrima que ahoga el alma
y en la tinta esparcida entre los escombros
de la miseria humana.