Por Naizomi Getav
Canta la voz del viento,
y en los campos verdes,
se mece el cuerpo grácil
de silvestres flores.
Madruga la aurora
en múltiples lilas y rosas,
buscando vida
en valientes mariposas.
Canta la voz del viento,
y gozan de un vals las espigas;
se entrelazan, se abrazan,
mis pupilas, observan y se dilatan.
Cierro los ojos, y respiro...
cierro los ojos, y vivo...
mi voz se eleva sin hablar,
lecciones de vida, en el viento que va.
Silencio, viento tibio...
silencio, que al salir el sol
despierta también el girasol,
el cielo nos regala diamantes tornasol.
¡Canta la voz del viento!
¡Canta tan fuerte, lo hace el silencio!