Hugo A. Patuto nació el 26 de enero de 1961 en Conesa, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y reside desde 1990 en otra ciudad de la misma provincia: Pergamino. Es Profesor Nacional de Castellano, Literatura y Latín. Fue uno de los fundadores, en 1982, del Grupo Literario “Disámara” de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, también en la provincia de Buenos Aires, donde dictó las conferencias “Ernesto Sábato: aproximación a su narrativa” (1988), “Federico, qué corazón!”, compartida con el poeta Astul Urquiaga, hijo (1997), “Homenaje a Roa Bastos” (1999) y el seminario “La metáfora: señal de la intemperie sin fin” (1997). Con el artista de las artes plásticas Sergio Bonzón y el actor Miguel Fanchovich organizó dos muestras pictórico-literarias en el Colegio ICADE de Pergamino (1997 y 1998).
Coordinó en 2001 el taller literario “La posta de los versos”, dependiente de la Escuela Municipal de Bellas Artes de Pergamino. Sus libros de narrativa breve son: Acuario de sorpresas (1994), Jauría y otros relatos (2012), mientras que sus poemarios editados se titulan Precioso ángel en llamas (1982), Orilla en la sangre (1989, Faja de Honor otorgada por la Asociación de Escritores Nicoleños en 2012), El destino de la nube (1993), Como podría decirse del viento (2001) y El tatuaje de las voces (2009).
1.- Rolando Revagliatti: Conesero durante casi treinta años, Hugo, habrás ido tornando a pergaminense por adopción y con intensos lazos nicoleños. Sos un exponente de escritor bonaerense consubstanciado con el transcurrir de una de las zonas más ricas de nuestro país.
Hugo A. Patuto: Cursé estudios primarios y secundarios en Conesa; egresé como técnico mecánico de la Escuela de Educación Técnica Nº 1 “Juan Bautista Alberdi” en 1979. Había obtenido, en 1978, una mención honorífica en el Certamen Literario “XXXVII Aniversario de la Asociación Cultural Rumbo”, de San Nicolás; conocí a Jimmy Urquiaga, también galardonado. Su padre, Astul Urquiaga, poeta que integrara el Grupo “Arroyo del Medio”, fue inspirador y acompañó hasta su muerte (ocurrida en 1990) a “Disámara”. Fui empleado administrativo en la Cooperativa Agrícola Conesa entre 1981 y 1985. Inicié el Profesorado de Letras en San Nicolás, en 1983, obteniendo el título en 1988. Desarrollé tareas en el Juzgado Federal de San Nicolás, en el período 1986-1990. En ese último año me establecí en Pergamino, cubrí suplencias como profesor, me casé con Adriana Mínguez y nuestros hijos se llaman Ignacio (1992) y Gastón (1997).
Conesa, San Nicolás y Pergamino han significado para mí la ferviente adhesión a un movimiento social y artístico, cuya relevancia pulsa en el teatro, la plástica, la música y la literatura. Destaco la labor del Teatro Estable de Conesa, dirigido por Miguel Ángel Mutti: “Bon your Tailandia”, su última puesta en escena. En Pergamino tuvo lugar el estreno de “La Piaf”, exitosa comedia musical. Con el Grupo Literario “Hojarasca” llevé a cabo la edición de mi libro El destino de la nube, y con el Grupo Literario “Siete Mujeres”, la presentación de “El tatuaje de las voces”, además de la participación en cafés literarios. El Taller Libre de Poesía y Narrativa de la Casa de la Cultura de Pergamino, coordinado por Edna Pozzi (1997 a 1999), fue una experiencia que valoro; aprendí a replantear el hecho estético dentro de la creación.
2.- RR: A los veintiún años, en simultánea con la aparición de tu primer poemario, ¿con qué otros escritores fundás el Grupo Literario “Disámara”? ¿Qué iniciativas sostuvo el grupo?
HAP: Me acompañaron en la fundación los escritores Miriam Cairo, Laura Malatesta, Ana Santillán, Piero De Vicari, Daniel Erne, Jorge Maciel, Sebastián Olaso, Daniel Ruiz, Pedro Antonio Salinas, Pablo Scervino (quien ha fallecido), Javier Tisera, Astul y Jimmy Urquiaga. Nos fuimos dando a conocer en la Feria del Libro de San Nicolás, compartida con el Círculo de Escritores de Ramallo (como sabés, esa otra ciudad de la región) y en ciclos y espacios de arte de la provincia y de la ciudad de Buenos Aires. Mantuvimos durante cinco números (1983 a 1987) la revista literaria “Disámara”. Del editorial del nº 1 transcribo: “Aunque sean molestas y parezcan frías y súbitas, las explicaciones un poco técnicas o científicas son necesarias en este principio y queremos ser entendidos. Disámara es un fruto seco, con pocas semillas y pericarpio extendido a manera de ala como la del fresno, el olmo, el arce, la tipa y otros cuya diseminación se realiza por medio del viento (anemófila), pero, además, a partir de este momento y por su humilde condición de vehículo de vida, “Disámara” pasa a constituir el nombre de esta revista... Nosotros creemos en la tierra fértil, pero también consideramos el asfalto interno y el frío albergue del cemento. Hemos emprendido vuelo deseando no caer, o caer, para radicarnos definitivamente en la luz o en la oscuridad que te acompañe. Sabemos que no es fácil afrontar esta condición de “Disámara” solitaria y, desde este inicio, esperamos no caer en el lado asfaltado del mundo”.
3.- RR: Vos y yo nos vimos en dos oportunidades: cuando como invitado de un evento que amigos nuestros organizaron en San Nicolás, efectué una lectura, y cuando como invitado mío realizaste una lectura en el segmento a mi cargo que durante cuatro años formó parte del café literario “Último Infierno”. Introducción esta para proponerte que nos aportes tus impresiones sobre las lecturas de poemas por sus propios autores.
HAP: La lectura de poemas genera calidez; una sensación recíproca, de encuentro. En los primeros recitales de “Disámara”, escuché el comentario: “Los poetas no saben leer sus poemas”, aludiendo a esa rara combinación de timidez, ansiedad y pavor que me invadía; y recibí, luego de mi participación en el Segundo Festival Internacional de Poesía (2012), la opinión de los poetas John Oliver Simon y Craig Czury. Un gesto relacionado con lo maravilloso de cada lectura. La voz del poeta extiende, al leer, un secreto que la palabra recrea en el público. Así lo he vivenciado al escuchar a Joaquín Giannuzzi, Ana Emilia Lahitte, Astul Urquiaga, Diana Bellessi, Mario Verandi, entre otros autores. Y como lector, intento una asimilación del motivo lírico para que la gente disfrute, con pausas, armoniosamente.
4.- RR: En 2011 presentaste al poeta Jorge Boccanera en el curso “Imagen y trama dialogada: los movimientos de vanguardia en la poesía latinoamericana contemporánea”, organizado por la Asociación de Escritores Nicoleños. Me gustaría que nos informes sobre A. E. N.
HAP: Soy socio de A. E. N. desde 2012. En 2011 había participado del Ciclo de Poesía “Hasta Romper las Cuerdas” y al año siguiente del Ciclo de Narrativa “Fogatas de Otoño”. La Asociación de Escritores Nicoleños ha venido desarrollando una labor que se refleja en los festivales internacionales de poesía y regionales de minificción, lectura de poemas con debate y conferencias. La camaradería, el placer de cuanto subyace detrás de la palabra y la posibilidad de transformarlo en algo tangible, merecen un aplauso. En 2013 fui invitado, junto a Ivana Szac, Sandra Latanaferro Pasquini, Juanchi Galeano, Patricia Durando y Cintia Bravo, al Ciclo “Sábados de Poesía” en el Museo y Archivo Histórico Municipal “Gregorio Santiago Chervo”. El silencio del público dejó en claro el nivel de atención y respeto para con los poetas. Añado, Rolando, que no he integrado ni integro otras asociaciones de escritores.
5.- RR: Varios años transcurren entre cada uno de los poemarios que fuiste dando a conocer. ¿Cuál fue el punto de partida para la composición de Precioso ángel en llamas? En 1993 aparece otro libro tuyo: El destino de la nube. ¿Qué dirías que ha cambiado en 2001, al llegar a Como podría decirse del viento? ¿Cuáles serían las preguntas que recorren El tatuaje de las voces?
HAP: Precioso ángel en llamas tuvo, desde la idea original, un propósito: divulgar algunos trabajos que había compartido en reuniones de mate y lectura. “Lo mejor de mí quedará cuando yo no sea visible; para ese fin me he preparado sin tregua”: la cita de Walt Whitman, epígrafe de “Enunciación”, el texto que cierra el libro, sintetiza el afán de comunicación, de búsqueda. Y este es uno de sus poemas: “Lenta, tu mano recorre la piedra/ Quieta, de sol y de miedo, de tiempo/ Ebria, tu mano en mi pecho reclama/ Tierna, delicia de viento y parral.// Vital, la danza aflora del núcleo/ Ardiente, por tanto fuego y memoria/ Agreste, el cabello tiene misterio/ Breve, como una ilusión que se apaga.”
Según Daniel Mastroberardino, poeta y escritor pergaminense radicado en Buenos Aires, “El destino de la nube señala uno de los posibles momentos futuros de la Humanidad… El agua como refugio y alternativa”. Del poema “Ofrenda y retorno”, la segunda estrofa: “Llevo al dominio de la poesía mi tributo/ de hombre que se funde a los murmullos/ de un bosque infinito.” El libro consta de tres partes, “Mutación”, “Escala de mi llamado” y “El poema”; un planteo existencial, el amor y la creación, respectivamente.
Como podría decirse del viento tiene otra energía. En una cita inicial, declaro: “Mi casa tiene que ver con las palabras y con el adiós a la llanura. Irme canción como podría decirse del viento”. También dividido en tres partes: “Mejillas de laurel robado” (el amor, los hijos), “Cercos de niebla” (los devaneos del amor) y “La textura del río” (homenajes a Jorge Luis Borges y Olga Orozco, un poema dedicado a mis abuelos).
En El tatuaje de las voces, dividido en dos partes, me pregunto por esa huella vital que la pasión ha dejado… El tesoro inagotable de los artistas, amalgamado con detalles familiares y personales. “Con sed acaso ebrio”: “Un destello vibra con el andar de la serpiente./ Aunque parezca imperceptible, su magia/ toca las paredes del corazón/ y al instante crece la dentellada/ en el paisaje más puro de quien mira/ con sed acaso ebrio/ por el dolor o la espera.”
Mi poesía intenta bucear en el amor como un modo de conocimiento; retoma el devenir humano desde la palabra, entendida y consolidada por el misterio de iluminar con sencillez, gracias al poema.
6.- RR: Llamas, sangre, nube, viento, voces… ¿Cómo has ido decidiendo el título de cada uno de tus poemarios?
HAP: La elección de cada título se ha vinculado con la atmósfera que define el contenido. “Precioso ángel en llamas” es un poema; sin embargo, “Orilla en la sangre” pone el acento en esa limitación humana (o, mejor dicho, condición) que prepara el viaje a la otra orilla, no reflejada en versos. El destino de la nube comienza con una cita de Olga Orozco, y tampoco lo trasladé a un poema. Como podría decirse del viento abre a la perspectiva de irse como canción, de transformarse. El tatuaje de las voces: especie de racconto lírico de impresiones afectivas.
Personalmente, creo en la identidad que fundará —con el lector— un motivo para trascender el espacio del instante.
7.- RR: Algo así como dieciocho años pasaron entre la aparición de tu primer libro de narrativa y el segundo y último. ¿Qué asuntos abordan? ¿Tenés ya material para un tercero? ¿Cuál sería su título?
HAP: Acuario de sorpresas fue el primer título de la Colección Narrativa Fin de Siglo de Yaguarón Ediciones, de San Nicolás. Consta de trece relatos. He proyectado la ironía, el desamor y la pincelada poética a una serie de motivos; lo autobiográfico cede con la irrupción del misterio. La influencia de Julio Cortázar es notoria.
Jauría & otros relatos fue publicado por Ediciones Baobab. Lo integran veinticinco textos, en su mayoría breves. Los fantasmas del pueblo (amor, venganza, locura, etc.) surgen con aparente naturalidad. Uno de los cuentos, “Justine Ducrot”, fue concebido inicialmente como nouvelle… Reconozco mi dificultad para escribir prosa; y debo a la síntesis del discurso poético una cadencia que hace más atractiva la lectura. Voy anotando y corrigiendo… Me gustaría publicar minificciones. ¿Un título?: Caminata en el corazón de la tarde.
8.- RR: ¿Cuándo te das cuenta de que un poema o un cuento están terminados, que solo es cuestión de pulir? ¿Hay palabras que jamás utilizarías?
HAP: Ha sido materia de discusión en todas las épocas, y sostengo la idea del “borrador”. La intuición a través de la palabra consigue un sentido. El desafío latente guiña desde cada lector y se percibe un grado de conmoción, que puede abrazar o no al poeta o escritor.
Las palabras que jamás utilizaría: aquellas donde la idea y el contenido pudieran desvirtuarse.
9.- RR: Alberto Girri en una carta le trasmite a Jorge Calvetti: “...y eso que más admiro en un hacedor de poemas: la constante coherencia de un punto de vista propio sobre la realidad. ¿No es eso el verdadero estilo de un creador?”
HAP: Uno lee a Whitman, Arthur Rimbaud, W. H. Auden, Fernando Pessoa —enumeración personal que denota preferencias, claro— y entra en contacto con el estilo. Una irrepetible combinación de perspectiva, sabiduría y enorme talento.
10.- RR: ¿Cómo solés elegir los poemas que leerás ante un público? ¿La poesía te ha cambiado o…?
HAP: Si comparto una lectura, trato de reunir el material considerando el vuelo de la última línea en cada poema elegido. Edna Pozzi y yo hemos hablado acerca del valor de la primera línea… Esa que va a permitir que la poesía fluya. En cuanto a la poesía, siento que cambia conmigo, así de simple.
11.- RR: ¿Qué es más importante en poesía, suscitar imágenes o conseguir cadencias musicales?
HAP: Ritmo: el equilibrado espacio de la imagen dentro de la música.
12.- RR: ¿Qué relación existe entre superarse y resignarse?
HAP: Un poema escrito a los catorce años dejó de volar en el secreto de cuanto imaginaba; confirma, treinta y nueve años más tarde, el aprendizaje y señala un desapego. Tal vez, aquel asombro de los primeros versos haya convertido lo estético en otra forma de celebrar la vida. Superarse y resignarse valen (y cuánto) para aceptarse… Volver al camino, con el entusiasmo del creador, con uno mismo reinventándose por las palabras.
13.- RR: ¿En una entrevista que le realizaran a Alberto Laiseca, él mentó algo que Oscar Wilde dijo: “El mero espíritu creador no crea, solo imita. Solo el espíritu crítico permite acceder a la creación.” ¿Cómo definirías el rol de los críticos?
HAP: El crítico debe concentrar su esfuerzo, como el creador, para mirar en todas las direcciones, sensible y profusamente.
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Pergamino y Buenos Aires, distantes entre sí unos 230 kilómetros, Hugo A. Patuto y Rolando Revagliatti.