Por Antonio Machado
Arde en tus ojos un misterio, virgen
 esquiva y compañera.
 No sé si es odio o es amor la lumbre
 inagotable de tu aliaba negra.
Conmigo irás mientras proyecte sombra
 mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.
 —¿Eres la sed o el agua en mi camino?—
 Dime, virgen esquiva y compañera.
 
											 
   
  
 
						













