Por Susel Robaina Rivero

Estaba triste y tan seria, que dolía mirar sus ojos marchitos.
     —Siempre es así —decían unos
     —¿Nadie sabe por qué —preguntaban otros.
     En pocos meses de escuela, ya Susana era el motivo de conversación y sus maestros decidieron reunirse para hallar el modo de ayudarla.
     —Tendrá problemas familiares —sugirió la profe de Química.
     —Habrá peleado con alguien —continuó el geógrafo.
     —Seguro es su personalidad. Acerquémonos a ella, conozcámosla mejor —dijo Randi, el profesor más joven del colegio.
Terminada la reunión, se puso en marcha el plan. En la tarde todos trataron de hablarle, pero fue inútil captar su atención; solo Randi, el físico, le hizo cambiar la mirada. Ella extrañaba que alguien le sonriera con tanta dulzura como aquella vez que en secundaria le dieron su primera flor.

     Su familia era de lejos y recién llegaron a Pinar. Todo era nuevo y solo él fue capaz de mover su corazón por segunda vez. Su ingenuidad le hizo pensar que aquel sentimiento era recíproco, pues el profesor la miraba intensamente mientras pensaba: Susana necesita un amigo y… ¿quién sabe? Quizás pueda ser yo.
     —Cuenta conmigo para lo que sea —le dijo Randi.
     —¡Sonrió! —exclamaron al unísono los compañeros y Susana comenzó a tornarse alegre desde aquel momento, aunque seguía sin tener tantos amigos.
     En casa siempre pensaba en el profe; soñaba que le diría lo que le apretaba el pecho y que él estaría dispuesto a corresponderle. Esta mañana se despertó decidida a hacer lo que tanto tiempo había esperado.
     Entró el físico al aula, ella se puso de pie y caminó hacia él , pero la detuvo el grito de Claudia, la secretaria.
     —Randi, tu esposa está al teléfono, corre que eres ya casi papá.
     El cielo que Susana se creó se le deshizo encima.
     El profesor colgó el teléfono y fue a abrazarla.
    —Susana, pronto te llevaré a conocer a mi hijo; serás su hermana mayor.

Con este cuento la autora obtuvo Mención en el Encuentro-Debate Nacional de Talleres Literarios Infantiles. Ciego de Ávila, 2018. (N. del E.)