Por Luisa Futoranski

Anacrónico
El sol
En las mariposas
Invernales
En el aroma
Inefable de las fresias

Humedad porteña
gris
A más no poder
casas bajas, rejas en las ventanas, plantas floridas
las comunardas, de toda la vida,
felicidad del hogar.

Los hombres anuncios
de empanadas, vinos o colchones
Bailan patéticos en los cruces de avenidas
rieles zigzagueantes de la vida
pero
una humillación más
qué le hace al tigre

Ritos de escritura y concentración
Levantarse tarde o temprano, té, café, caminar, en un lugar suntuoso
en un cuadernito con lápiz que destiñe.
Descifrar la intimidad
indescifrable.
El amor, asimétrico por naturaleza
entra en la categoría
de gran desaire

El poema
Un cuerpo
El país

así es la escritura

Después del 11 de setiembre el 11 de marzo, el julio de londres
el miedo a lo lovecraft es difuso,
hasta que aparecieron manchitas, subproductos locales
miedos circunscritos; al ántrax, a la bomba sucia, a los de mirada aviesa en los aviones, miedo al futuro.
Variaciones tenaces del mismo miedo.

Cada poema cada novela
es una guía centrada en algo común a otros
percibida del ángulo del relator
Ese mínimo común denominador hace que uno pueda
entrar, comulgar
disputarse con el escritor, retarlo a duelo, correr
a campo traviesa
a veces mano tendida
otras linterna de diógenes en el firmamento

Recomponer las sonatinas de clementi
en las yemas encallecidas de cuando quinceañeras
en los ojos fatigados
la retama refulgente de bonnard
el bosque irredento de bacon
los pliegues, los trazos, los pozos
cierta luz fosforescente
tanto desorden
y harta calderilla

La taracea es una técnica artesanal que consiste en incrustar
materiales diversos en los muebles
sin esfuerzo aparente

Cielo cielito lindo cielito alto. Diáfano.
Celeste proclama, celeste bandera de escuela primaria.

Un ombú derramado, sin contención, más allá de la frontera
de la propia idea ombú.
Plaza Francia.
Luz de julio.

Claves: 130, 29, 60, 108, 267.
Los colectivos atraviesan plazuchas ralas para hacerte presente
que en tu vida
no te quepa duda
arrecia invierno.

Vivir en los márgenes
es un lugar como cualquier otro.
Lugar de las palabras entre las grietas.


El desierto, ¿crece o florece?
El desierto, olvido del árbol.

Parque de Barrancas:
la baranda desvencijada, las estatuas chapuceramente pintadas de negro tienen un cerco con candado imponente que cuida próceres desconocidos. Uno, por razón ignota, tiene su nombre en cirílico. La placa lo pregona en 1837 apóstol de la libertad búlgara. Su apellido es Vasilevsky.
Héroe desconocido, adiós

Un perímetro sórdido para perros, la calvicie del infierno tiene que ser así. Paseadores, correas, detritos. Tráficos. Pesadilla. Tengo la boca reseca de fantasmas. Los de plena luz y carne y sangre. Los peores.
Los crepusculares se llaman cartoneros y destripan los hedores materiales del inconsciente ciudadano y Buenos Aires es una tiznada, afanosa Villa Miseria de Calcuta.
O no, porque enfrente un restaurante diz que elegante se llama SÁLVAME MARÍA.
En 1480 Ercole de Roberti pintó
Los argonautas abandonan Cólquida. Y saludan mirando el río.
Confusión de presagios y pañuelos. ¿Los blancos para el luto?
¿Los negros para las ceremonias de rigor?

deme dos

Deme Dos.

De: Ortigas, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2011.