Son mis esfinges doradas quienes buscan el camino,
la melancolía cubre como manto negro mi memoria
entre recuerdos que torturan como corona de espinas
mientras se exudan mis lágrimas ácidas en el lago del dolor.
Los ojos nebulosos se quedan buscando su nombre,
sorbida tristeza de mi ser,
cubriendo mi cadáver en mortajas de poesía,
en letras que se llenan de sangre
en la soledad de esta habitación.
Fúnebre ritmo acompaña mi inspiración,
en tópicos versos empalagosos,
elucubrando el nacimiento a un nuevo sentimiento
mientras los ojos lloran su nombre.