Verdaderamente aislado y de siempre ajeno a los grupos que recorren el camino de la poesía, Rolando Revagliatti es, empero, una clásica referencia entre nosotros de la inquietud poética; recluido en su mundo ha tramado y continúa haciéndolo, una extensa obra centrada en las posibilidades expresivas que ofrecen las teorías y las prácticas psicoanalíticas, trasmutadas en experiencia agónica, en fuentes de poesía.
Amigo de la reflexión, de la ironía y del desconsuelo, su labor viene siendo, desde hace mucho, un hito solitario contrapuesto a la sensibilidad y a las preocupaciones corrientes entre los poetas. Un ingenio áspero y la irrupción de imágenes revulsivas la signan y es natural que muchos rehúsen adherir a esa ardua música sincopada, pero nadie podrá negar la poderosa coherencia intelectual que la anima ni desconocer la honestidad de Revagliatti, quien, impertérrito, sigue anclado en esos temas, persistentemente atento al drama de la vida consciente, sobre todo cuando ella ha nacido de viajes por la inconsciencia.
Son cualidades que es forzoso reconocerle y agradecerle y que vuelven a estar patentes en Habría de abrir, el más reciente aporte a su abultado catálogo de obras. Esta reseña estaría incompleta si no consignase, además, que, en su estilo y a su modo, Revagliatti es un genuino, un logrado poeta, a través de cuyos desvaríos y burlas la profundidad suele ser abismal: Yo creía / en mi inocencia // pero // lo que en mí / no era yo // no creía… Eso también merece reconocimiento y agradecimiento.
* “Habría de abrir”, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 108 pp., 2023.
MUESTRA POÉTICA DEL LIBRO
Islas tomadas
Uno no está solo
en el archipiélago de la
ridiculez.
Nunca
uno
es el primero de sus
náufragos
(o nativos).
He dicho
La Eternidad posee corredores:
es un hecho.
Pero de ahí a que esté constituida
por corredores
hay un largo trecho
(corredores).
“Tenemos que abrirnos”
“Tenemos que abrirnos, no hay otro remedio,
es un caso serio tu modo de amar.
Tenemos que abrirnos, amistosamente,
no es vida decente broncar y broncar.”
Agustín Irusta
El otro remedio
(que hay)
se halla
a tiempo completo
siendo ingerido
por nuestros
delegados
(facciosos, desde sus respectivas centrales
inteligentes, inmensurables
cerrando, sellando).
Oír, etc.
Oír sin oídos
oler sin olfato
gustar sin papilas
tocar sin tacto
Ver sin ojos
ver ojos
no ver
No ver
ojos.
Darle color
Ya no hay
cómo darle
color a esas mejillas:
comenzó
a despedirse.
Cuando aplaudo
Cuando aplaudo
-aun a rabiar-
en un sueño
mis manos
no se tocan
o se tocan
sin efectos
sonoros.
Sapos que me comí
Sapos me comí
argentinos
Me comí sapos argentinos
Efectos me constriñen
fauces y costillas
El odio concomitante
es una excrecencia
un impuesto.
Estaciones
Estuve desistiendo
mucho en el verano pasado
y en la pasada primavera
resistí
En el invierno que pasó
expulsé unas turbulencias
innominadas y concebidas
en el último otoño
¿Cómo petrificar
al otoño actual?
Fiel, la foto
Me acomodo
sin entusiasmo
un aire
caviloso
Fiel
la foto
sin entusiasmo
acomoda
cavilosa
ese aire.