Él me pidió que leyera un mapa.
Preferí leer en Braille su piel,
recorrer con mis dedos su geografía.
Suavemente,
con paciencia y humedad,
con tierna tibieza,
bordeando planicies, montes, rocas
y picos.
Comisuras y entresijos, manglares
y pastizales;
ríos venosos, resbaladizos;
sitios rosas, blanquioscuros.
Al final del recorrido, dos estrellas iluminaron mis ojos
y yo deposité el Sol dentro de mí.
En el solaz de la cadencia
se nos perdió la conciencia
y fue encontrada más tarde,
entre la lasitud y el amanecer.
No, yo no quiero leer ningún mapa:
yo prefiero leerlo a él.
Tlaquepaque,
Febrero 18 de 2024.