Por Andrea Jerez
Mis tías dicen que no vivió
porque no la bañaron,
los médicos mienten.
A los bebés el primer día
hay que sumergirlos
en agua de manzanilla,
limpiar bien su lanugo
y dejarlos reposar en el tobo
hasta que se les arruguen los dedos.
Solo así olvidan el útero
y prefieren quedarse acá.
Esa grasa de recién nacida
la hizo resbalosa
para las manos de la familia.
La muerte es más hábil,
agarró a mi hermana,
lavó su piel con un paño húmedo,
le puso agua tibia en su frente
y la metió dentro de una canasta
que mandó a flotar
por la corriente de este río
para que yo la atrape.
Mamba negra
Quiero arrastrarme entre las rocas
como una mamba negra
que prepara su nueva piel
antes de la muda.
Para tener escamas gruesas
primero hay que fantasear
con las escamas gruesas.
Espiaré desde el riachuelo
al señor que apaga un cigarrillo
en el lomo de un caballo,
veré cómo los insectos invaden la noche,
encontraré mi reflejo en el agua
y sacaré la lengua, pelaré los colmillos,
me acostumbraré a estos ojos
completamente negros.
No tendré miedo a la furia,
mi veneno también es
sabiduría de la naturaleza.
Podré enrollarme en la pierna
del leñador que me persiga
o morder a la mujer
que juegue conmigo.
Cuando sea el momento
ni me daré cuenta,
en la base de un árbol
quedará tendida
mi piel vieja.
Mujer pichón
Mujer pichón dormía en un huevo translucido
la tarde que salí por bosque pino.
Tenía la piel babosa, desplumada
y los ojos perdidos en la neblina del valle.
La vi esconderse entre los restos de cáscara
hasta que dio sus primeros pasos
y destrozó el nido buscando comida.
Mujer pichón no murió de hambre,
encontró lombrices en las grietas del árbol.
No murió de sed, chupó su pelo
después de cada lluvia.
Una mañana, cuando terminé de cantar
la vi tambalear en el borde de una rama.
Mujer pichón está triste, quiere camuflarse
entre las hojas secas y las piñas del bosque,
sabe que no puede aletear con esos brazos flacos,
con esa cola pelada, con esas patas inservibles.
Podría acercarme y ayudarla,
pero es de humanos resolver el destino del otro,
los pájaros dejamos que la naturaleza
siga su curso.