Por Hilda Alicia Mas
La tarde anunciaba lluvia el arroyo; cansado de correr, se mantenía quieto en espera de que la lluvia brotara sobre sus aguas para calmar su cansancio: fue entonces cuando estalló la tormenta.
El arroyo de Baldomero comenzó a crecer, arrastrando cuantas cosas había en él.
Cesó de llover, un arcoíris apareció a lo lejos.
De pronto, dos niños que miraban el desborde del arroyo, al ver cómo de sus aguas salía un hada salpicada de peces caracoles y algas…:
—Es un pez con alas.
—Y corrieron a buscar a sus padres.
Estos fueron a su encuentro ante tantos gritos.
—No, Emmanuel. No es un pez con alas; es el milagro del arroyo que cuida Romelia desde su partida y que viene a ver si aún hay quien sueña y cree en la primera historia que el gallego Angelito contaba del arroyo.
Y cuentan que cuando los días son muy tormentosos, cerca del arroyo sale un arcoíris, y quien escucha bien sus aguas caer, escuchará una melodía de amor; solo que debe ser con el corazón.
Unos dicen que Angelito viene a encontrarse con su sirena; otros, aseguran que es Romelia de los Milagros, quien resguarda con celo el arroyo, con cuyas aguas bautizó a sus hijos.