Por Yusbiel J. León

Desde finales del siglo XVI resurgió el interés por la historia, cualidades y técnica del verso, así como el propósito de definir y regularizar las invenciones y modificaciones que sobre este se habían realizado hasta el momento, influenciados en todo momento por el éxodo de las ideas italianas sobre el acento, la rima, los metros y las estrofas. En esta etapa (conocida como Siglo de Oro) se depuraron y refinaron las cualidades de los principales

versos, que ya se venían trabajando desde épocas anteriores, con líneas precisas y bien esclarecidas. De otro modo surgió el interés por fijar las características y rasgos distintivos de los versos menos elaborados. Victima, o quizás privilegiado por el desuso, fue el octosílabo, cuando algunas estrofas con este metro venían decayendo de su antigua popularidad  y fueron sustituidas o modificadas.

A esta etapa arribó la décima, cargada de misterios en cuanto a su origen se refiere. En cuanto a sus orígenes, el investigador y poeta cubano Virgilio López Lemus, en su libro La décima renacentista y barroca, señala que en el período comprendido entre los años 1279-1325, el rey don Dinis de Portugal hizo su obra en versos, entre la que se encuentra “Cantigas de amor No. 53”, que pudiera ser el antecedente de la décima en lengua española.

Desde este hasta el siglo XV se encuentran estrofas octosílabas que guardan parentesco con la décima en las Coplas de Mingo Revulgo, El Juicio hallado y trovado, las letrillas de Santa Teresa de Jesús y las de don Luis de Góngora. Otros también usaron variantes abbaaccddc, como el Marqués de Santillana, Diego Hurtado de Mendoza y Juan de Mal Lara. Entre los siglos XV y XVI bulle un proceso de cristalización de la décima, en que, sobre todo la copla real, se realizan modificaciones y combinaciones que pudieran ser consideradas variantes de la décima.

La estrofa octosílaba que mayor éxito alcanzó y con más rapidez lo hizo en el período denominado Siglo de Oro de la literatura española fue la décima, la cual había sido empleada con anterioridad a 1571. Pero fue don Vicente Gómez Martínez Espinel (Ronda, 28 de diciembre de 1550-Madrid, 4 de febrero de 1624), escritor español, quien presentó esta estrofa en varias de las composiciones de su libro Diversas Rimas; de ahí que la variante abbaaccddc lleva por nombre décima espinela. Lope de Vega, refiriéndose a la décima en su Laurel de Apolo, decía: “…pues de Espinel es justo que le llamen y que su nombre eternamente aclamen”. Espinel sencillamente la había llamado redondilla de diez versos. Curiosamente, de este autor solo se reconocen las ocho décimas incluidas en el libro ya mencionado y dos más formando parte del prólogo al libro de un amigo.

Aunque los detractores históricos no falten a la crítica de la denominación de espinela,  Samuel Gili Gaya (Lérida, 1892-Madrid, 1976),  gran estudioso del autor, explicó que, aunque no fue el primero en usar esa combinación, «lo que hizo fue perfeccionarla, dotándola de unidad y ligereza; su prestigio contribuyó a divulgarla y a ponerla de moda». Razones suficientes, a mi modo de ver, para ganarse el honor de denominarla espinela.

La espinela está estructuralmente compuesta por dos redondillas de rimas abrazadas y enlazadas por dos versos intermedios (conocidos más actualmente como puentes o bisagras), que repiten la última rima de la redondilla inicial y la primera de la final: abba-ac-cddc. De ordinario, el tema de la estrofa se presenta en la primera redondilla; en tanto la idea sufre un proceso de transición, ya sea modificándose o no, a la segunda redondilla, donde se concluye.

Desde los finales del siglo XVI la décima alternó con la quintilla en la lírica y el teatro, se multiplicó especialmente en la composición de las glosas y se extendió rápidamente en manos de Diversas Rimas. Lope de Vega le asignó en el Arte nuevo de hacer comedias el papel de “buenas para quejas”, aunque muy pronto la fue extendiendo a toda clase de asuntos.

En el proceso de colonización de América históricamente se ha destacado el encuentro entre dos culturas y la exportación e importación imparable de modos, costumbres, estilos, artes, etc.; todo ello para hacernos formar parte de la compleja y heterogénea mezcla que somos. La décima también se integró  a este comercio del arte, ya fuera a través de la colonización portuguesa como de la española. Llegada a Cuba, fue utilizada para amenizar el trabajo, el reposo y los festejos, para lo que tuvo que imbricarse profundamente con los instrumentos musicales, principalmente los de cuerda, e ir adaptándose a la infinidad de tonadas en las cuales se cantó y se canta con particularidades regionales; y, aunque —como aseveró Lope de Vega— era vehículo apropiado para cantar las penas (por ejemplo, en la “Tonada Carvajal”; la pinareña “¿Qué tienes madre, que tienes?”; la no bien definida espirituana o camagüeyana, también llamada por otros “Punto lajero, alma triste”), también se ha utilizado para alegrar las fiestas a través del chiste.

La décima humorística requiere de un oficio extraordinario; porque su creación no consiste simple y llanamente en plasmar, mediante manidas formas vulgares, la cotidianidad; ni tampoco la simple plasmación de historias risibles acontecidas a ciertos personajes, sino el manejo exacto y limpio del chiste llevado a 10 versos octosílabos con rima consonante. Siempre he dicho que la décima humorística es una obra teatral en miniatura, en que sus personajes o criaturas poemadas consiguen el fin de hacer reír y dejar, se ser posible, alguna enseñanza sobre un suceso acontecido en la obra como reflejo, no pocas veces, de dicha cotidianidad.

He definido y clasificado la décima humorística de la siguiente manera:

Décima humorística: Con el fin de la gracia, se desarrolla una historia que puede o no ser ilusoria y que implica sujetos, objetos, hechos y frases populares.
Según el número de estrofas que se necesite para desarrollar la historia las décimas humorísticas, las agrupo en: monestróficas (cuando en una sola estrofa se recoge el hecho irrisorio) y poliestróficas (cuando implica a más de una estrofa. Estas últimas, a su vez, según el número de estrofas que se impliquen, en: Obras cortas (cuando se impliquen 2, 3 o 4 décimas; así como la glosa humorística, y Obras largas, cuando se impliquen 5 o más.

La décimas uniestróficas reúnen en una sola estrofa una historia que se caracteriza por ser breve, precisa, apoyada indispensablemente en el doble sentido o la hipérbole, amén de que puede utilizar otros recursos en mi opinión menos efectivos y que tiene que acudir a un fuerte impacto para lograr el fin.

Las poliestróficas tienen más tiempo para recrear imágenes, describir acciones, manejar personajes, uso amplio de recursos del lenguaje; es más propia de la improvisación impura; utilizada con mayor énfasis como hablada y ligada indisolublemente a la mimia, en ocasiones es su arma principal.

A continuación resumo, en forma de tópicos, las que considero esenciales  características inherentes a la décima humorística:

Carente de estudios teóricos

-Pocos representantes, tanto en el la oralidad, como en la literatura escrita.

-Resume un hecho con el fin de la gracia.

-Sus principales armas son la ironía, la hipérbole y el doble sentido.

-Escasa presencia de la mujer como cultora del género.

-Sus mayores representantes, aunque son poetas improvisadores, la han conseguido a través del repentismo impuro.

-Aunque puede ser cantada, generalmente se utiliza en forma de recitación, y el declamador acude a la gestualidad.

-Pobre difusión radial y televisiva, aunque esta última la aprovecha más que la radio.

 -En Cuba, por lo menos, el número de concursos que la incluyen es muy reducido y no existen conocidos a escala nacional.

 -Escaso número de publicaciones sobre sus características, representantes y de ella en sí misma como décima.

Varias han sido las figuras que la han llevado a lo más alto del pódium. Entre ellos es justo mencionar al inmortal villaclareño Chanito Isidrón; también, Rigoberto Rizo (de Madruga); así como el espirituano Raúl Herrera; el santiaguero, aplatanado en La Habana, Emiliano Sardinas; el habanero Bernardo Cárdenas, el cumanayagüense Luis Gómez Martínez  y el increíblemente original Ramón Espinosa (de Quivicán, actual provincia de Mayabeque).

Ramón Espinosa fue conocido por todos como el profesor Espinosa, a partir de su incursión en el programa televisivo “Palmas y Cañas”, como principal artífice de la sección de los consejos a través de las cartas recibidas; o como el Látigo de Quivicán, hostigando a sus contrarios en las controversias populares.

Este improvisador, desaparecido físicamente, enarboló la décima humorística con una fineza que cualquier repentista envidiaría; trabajó el doble sentido  como nadie, a mi modo de ver, su arma principal. Analicemos los siguientes ejemplos obtenidos por la bondad de sus familiares, quienes nos facilitaron trabajos mecanografiados y corregidos por el propio profesor Espinosa, los que transcribiremos como están en el original:

(I)

Yo fui pesista una vez
y probé mis buenas fibras
con dos pesas de a cien libras
y un hierro de a ciento diez.
Pero el tiempo fue después
gastando mis fortalezas,
y ahora contemplo las piezas
de entrenar con desencanto,
porque estoy que no levanto
el hierro ni sin las pesas.


Esta es una décima en la cual, desde el punto de vista rítmico, solo se evidencian versos mixtos y trocaicos, apreciándose por ello un ritmo lento, equilibrado,    suave  y flexible que se adecua al relato que el poeta   va entretejiendo  para resaltar,   a través   del doble sentido, el destino fisiológico del hombre. 

(II)

Esta joven distinguida
cómo viniendo a un lugar
tan alegre a disfrutar
viene de negro vestida
Ese color me intimida
y para mí es respetuoso
y aquí me dijo un chismoso
a lo que al paso le salgo
que está de luto por algo
que se le murió al esposo.

(En esta décima el autor acude a versos con ritmo dactílicos por la necesidad de producir un efecto rápido y enérgico propio del énfasis en este caso, pero vuelven los versos trocaicos propios para la descripción a tomar la mayor parte del tiempo el protagonismo en la estrofa).

(III)

Una vieja amiga mía,
para conservar su hechizo,
con un aprendiz se hizo
en Bauta una cirugía.
Y aquello fue una avería.
Qué despelleje tan crudo;
le quedo en la espalda un nudo,
tiene el ombligo en la ceja
y en mi vida he visto vieja
con el pecho tan peludo.

La anterior es una décima donde el poeta utiliza la ingeniosidad de superponer elementos anatómicos con el pretexto de una cirugía fracasada a manos de un aprendiz (referido al de la décima), amarrando el feliz descubrimiento del poeta. La /y/ que inicia el quinto verso es un relleno que utiliza el poeta, pero que viene a salvarse en la consecuencia que le da al enlace de un puente totalmente enumerativo. 

(IV)

Si ya el amor los unió
con los más íntimos broches,
póngase todas las noches
a jugar el dominó.
Si es ella la que salió
tú el indefenso te haces,
y si con gestos audaces
te pone en la mesa el siete
y no tiene de esa, mete
forros, pero no te pases.

(V)

Cómprale pizza y cerveza
todos los días si puedes
y verás cómo entre ustedes
la paz a reinar empieza.
La pizza da fortaleza,
la cerveza el beso aflora
y para que la señora
siempre te dé una sonrisa,
esa es la receta: pizza
y cerveza a cualquier hora.

Estas curiosas décimas son hijas de un encabalgamiento magistral, que es el hombro del doble sentido en este caso. Pocas veces se logran estas formas porque son complicadas desde el punto de vista de la consecuencia, el cuidado del estilo y el juego que se establece entre la vulgaridad y la limpieza del lenguaje. Curiosamente, el poeta encuentra palabras que pueden ser indistintamente utilizadas para expresar una idea con más de una acepción y aprovechó este recurso al máximo.

Este breve análisis nos convida a un estudio más profundo de la vida y obra del maestro Ramón Espinosa, El Profesor de todos los tiempos, que enalteció la décima humorística cubana con el doble sentido, la sabiduría del refranero popular, el consecuente e inviolable uso del respeto y sobre todo la cubanía, cualidades estas que lo convierten en un maestro del verso humorístico en todo el mundo de habla hispana. En deuda con él estamos los defensores de la décima, por no tener en el centro promotor del humor un espacio dedicado a la espinela humorística y que no exista en nuestro país un concurso de décima humorística a escala nacional, para el cultivo y rescate del género, el que debe ostentar su nombre o, al menos, el de alguno de los ya mencionados maestros del humor espineliano, porque: “No debe abandonarse por descuido lo que habrá de reconquistarse luego a gran costa”. Bastan las palabras del Maestro para que seamos ya una voz más defendiendo la obra del humor guajiro en Cuba.