Por Mariam Aguilar
Había una vez una niña que pasaba por la orilla de una laguna y vio cómo una culebra se quería tragar a un renacuajo que estaba entretenido nadando en la orilla. La niña cogió un palo y con mucho trabajo ahuyentó a la culebra. Desde ese día ella pasaba todas las mañanas por la orilla de la laguna camino hacia la escuela, y conversaba un rato con el renacuajo, y así se hicieron buenos amigos. Pero sucedió que un día, el renacuajo sacó su cabecita y le dijo: “A partir de este momento no me volverás a ver”. “¿Por qué?”, le preguntó la niña. “Porque me estoy volviendo rana”. Después de decirle esto, el renacuajo-rana dio un salto por encima del agua, y la niña pudo ver cómo la cola de su amigo había desaparecido y en vez de aletas tenía patas. Entonces pensó que a partir de ese momento perdía un amigo, pero de seguro iba a ganar otro.