Por Iraldo Ramírez

 

                A Eliseo Diego: maestro


Pues alguien anda afuera. Aconteció a la hora de irnos a la cama. Miguelito y yo nos encontramos en el cuarto listos para dormir cuando sentimos que alguien caminaba en el jardín.
     —¿Quién anda ahí? —pregunté.
     —Quizás sea la brisa —dijo Migue.
     —No lo creo —respondí apenado por llevar la contraria.
     —¡Las amigas luciérnagas! —exclamó él.
     —Ellas ya duermen —afirme y añadí: —Además no hacen tanto ruido.
     Decididos llegamos hasta la ventana ¿Y cuál fue nuestra sorpresa? Cada cosa estaba en su lugar, en silencio. La luna como reina de la noche se pavoneaba haciéndose acompañar de cientos de miles de estrellas, quienes al vernos nos hicieron un guiño. Entonces, tomando la iniciativa. me adelanté para hablar.
     —Migue, por rápido que miramos si era alguien, ya no está.
     Regresamos al cuarto.
    Y pasados unos minutos, sentimos unos pasos con urgencia que se acercaban al cuarto. Me ericé desde las orejas hasta la cola. ¡Ustedes bien saben! Un gato con miedo siempre se eriza. ¡Un fantasma!, pensé. En ese instante Miguelito abrió un ojo y al verme hecho un manojo de nervio me dijo.

     —Es el viento al acariciar las hojas.
     —¡Pues claro! ¿Quién más podrá ser? —respondí.
     Fue cuando descubrí al sueño en punticas de pie, solapado acercándose a nuestras camas, listo para comenzar acurrucarnos en sus dulces brazos.


Con este texto el autor obtuvo Mención en Narrativa Infantil del Concurso Nacional “Benigno González”, Los Arabos, Matanzas, Cuba, 2024. (N. del E.).