(a Lázaro García, in memoriam)

Por Orlando. V. Pérez

La neblinosa guitarra
—congelada cada cuerda
sobre la distancia lerda—
se estremece. Mas en cada
acorde va derramada
la esperanza de la Luna.
Sobre la gasa montuna
él tañe la soledad.
Es que la inmortalidad
le regaló una fortuna.