Por Pepe Sánchez

porque estaba a solas con mi memoria

junto a sus rejas

que ocultan los jardines y los ojos

               PHILIPPE SOUPAULT

 

Y fue una vez el hombre y hubo día,

la fe del sur y el golpe agraz del hierro,

y hubo fechas y mares del destierro,

del rigor sucesivo y la utopía.

 

Fueron la azada y el zaguán que abría

a los confines, la alta voz del cerro,

y aquel viejo fulgor al que me aferro

entre los ritos de otra algarabía.

 

Y fueron otros días y otras noches

y hubo nudos gordianos y derroches.

Aunque hay cosas que vives sin vivirlas

 

no te salva el vago hecho de escribirlas.

Se supone que ayer no es hoy y todo

lo inventa la memoria de otro modo.

 

El viejo y el mar

 

Regresar sin algo para el frío de la casa

aun de contrabando a mar de riesgos

algo como la espada del vencedor

quitarse los pies pesadamente

ponerse esos ojos de tu hijo en las manos embravecidas

su piel sin los crucifijos del hombre

mirar de frente al viento sur

no es solo el trozo de pan desarraigado

no el montón de sal que comercia en tu sendero

no algo que quepa en los bolsillos

 

un corazón no carga solo espacio para la sed

cordajes o humo más bien un poco de lumbre

que avive los secos días de julio

la luna nueva el barco mi regreso

sin algo como un puñado de tesoros enceguecidos

algo que no haya prometido al partir

quizá la noche hundida en la desesperanza

esperando sus gaviotas entre mar y cielo esperando

el abrazo de fuego y desnudez esperando

todo tu césped esperando y tú

no el pez que vomita monedas de oro

turbios pedidos que mi mano no ensartaría

no la vela inflamada sino el remo astillado

no mi pulmón cocido y hambriento

quizá la bondad del hogar el silencio de julio

 

que nos habla con la voz de todos los naufragios

tu propio camino con mil senderos de sal

quizá un trozo de verano para el frío del corazón

el olor a heno en mitad de la extrañeza

la sed de arroparnos en el furor de las tormentas

hacer de la arena un convivio cauteloso y capaz

donde guardar los restos despedazados del mar

y las gaviotas son moscas ensuciando la siesta

y bohemio el cielo que cubre tu desesperanza

sin alas ni tesoros enceguecidos

sin un nada fatigoso en los ojos de regresar

con algo así como la espada del vencedor

 

Sombra o sueño

 

Los antiguos cantaron en sus sagas

innúmeras batallas, laberintos

y epopeyas y túmulos ya extintos,

formas del tiempo que parecen vagas.

 

La referencia siempre trae plagas,

y la etimología y los instintos

ponen a dialogar, entre distintos

mares, el mismo idioma en que naufragas.

 

Grabados en el bronce, o sobre el hombro,

pasto fueron ayer de la herejía,

que ni el viento recuerda ni yo nombro.

 

Pero en arduos hexámetros, en día

de azote, nos legaron el asombro,

junto al rigor, y un palmo de hidalguía.

 

Ofrecimiento público y más

 

Lo que te ofrezco es algo de qué asirnos,

la excomunión de nuestra piel desnuda,

ese mar que nos baña y nos anuda  

como a seres perdidos revivirnos.

 

Lo que te ofrezco es algo que nos tenga

a los dos solos, no es el cielo abierto,

más bien aquel camino, que cubierto

de piedras nos entregue y nos prevenga.

Lo que te ofrezco es levantar un muro

de sueños que nos guarde siempre un techo

cuando el viento amenaza y barre calma.

Lo que te ofrezco es darnos algo duro

y a la vez puerto, mi ángel y mi acecho;

una sombra en las márgenes del alma.

 

Entre y deje sus ropas en el fondo del pozal

 

Estoy en mi fila

silbando a la gloria de la civilización

con tanto osario en déjeme pasar

el tenedor del tedio roe las persianas

y susurro gravísimo que voy a saber la lengua

 

Alguien alquiló el champán las frutas de arriba

media tostada me pido toser más

para negar silencios relojes futuristas

mirando la sombra de mi voz tan agria

doy un pórtico con garaje a la calle

porque ovacionen al que salga gritando más desnudo

 

Libre ya de la paz y sus tinieblas

anticipo cuánto humo heredo con canas

necesito que llueva ahora si estoy enfermo de no beber

si puedo permutar de asiento no de ojos

el zumo apaga los olores más crudos de la tos

hay ganas de ser feliz solo mirando una foto

o acompañado de huesos o tetas dulcísimas como limones

 

Soy un sedicioso de mi tiempo

y voy a vivirlo sin tinieblas

con el acoso de la luz en los pulmones

solo hay un destierro anterior a la palabra

y este es mi entreacto

mi desnudez tremenda entre tantos aspirantes

 

La gratitud a veces se nos hace difícil

pero la supervivencia no solo cuesta soledad

por tanto y todo lo que amo no me cambio de fila

aunque el de alante tenga oreja y aplauda

ya a la entrada mostré un tique

para qué tanta orquesta si son y solo tres actos

 

Aseguro que alrededor del pozo hay una zanja

 

Consideraciones para el día siguiente

Pero está bien que haya incendiarios

palabras para vivir el día siguiente

que para mi madre

sea siempre un menor de edad

y yo solo

no tenga sed destinada al fuego

 

Y está bien reírse a fondo y gritar

y puedes estarte responsable muy condecorado

pero no salgas imprescindible a la calle

tuéstate los ojos no te mimes la piel

bajo los disparos de la costumbre.

 

Es difícil quizás alguien se aburra

y no sepa cuál recuerdo legar a la noche

quizá nunca te cites con el sol

 

En casa todos esperan los deslumbre

el hijo poeta malversador de sueños

y yo no tengo

a mí también se me seca la voz

con cada otoñar del intento entre cuerdas

 

Claro está que no soy foto historiada

genialidad para el informe infamia de mañana

oyendo el vano discurso del poder

hago como si siempre fuera muy fácil ignorar

decidir el día desde una ventana

y no morirse porque sí

porque habrá alba

 

Mirando a mi padre en su sillón de decirnos

 

Mi padre está enfermo de vejez

como si lentísima muerte

y el tiempo fuera un dado por lanzar

arrugas que amordazan su frente

contra mi beso

 

Tristemente está enfermo hasta la tristeza

o soy yo que lo miro patriarca

y en su vejez tanta vida

 

su campo ya no es el bosque

árboles que truncasen los días fieles

 

La vejez no se muere se vive

calladamente

Y yo pienso qué triste mi padre

 

Enfermo está mi padre y yo lo arribo

con tanta fe de tenerlo así de joven

que alcanza apenas para decirnos ¡mis hijos!

ausentada barba que ya la madre

como de Dios no quiere encanecida

 

Mi padre está mortalmente enfermo

y pareciera yo su hijo

dándole de canas como yo te miro

y le convenzo cada arruga

cada doblez o bronquio consabido

en que no puedo su paternal susto

 

Y está mi madre emulando de mujer

en la lentitud del sillón que nos dice

 

Con la voz muy apacible

 

Hay una mujer que rasga mi tiempo

espera a que este torpe hacedor de versos

la inunde con su lluvia desolada

 

A veces ni siquiera sospecha el espanto

la grama del trasfondo

donde la rabia tiene asiento de palco

que hay relojes a merced de mojarme

 

No supone la verdad que ofrendo

lo favorable de su piel en mi piel

Entretanto yo anochezco de a poco

marchando a dejar que no nos condenen

sigo cerca en el sismo de los parias

 

Aunque me tengan con la voz muy apacible

estoy aquí hasta el acto de despeñarme

 

Ya ves

siempre voy por la cuerda mayor

y solo si no caigo

tengo asiento de palco entre los vivos

 

Es mi sed lo que aprisionas

―trago de soledad―

cuando desatas la voz

y me regresas del espanto

en que soy

 

Paradoja del hombre en su ciudad

            (Sobre una idea de Julio Cortázar)

                    El poder no siempre corrompe a los hombres,

                        pero los separa.

                                        RAFAEL ALCIDES

 

Claro está Julio la auténtica realidad

es cada hombre y todos los hombres

aunque medien nostalgias selvas y otros ruidos

para bien del ocio fecundo

esa alimaña de perdurar

 

el hombre no es propiedad privada de nadie

 

Patria es humanidad dijo el Martí

no cercado de aquél he dicho yo

saludando a los muchachos del barrio

En mi puerta la bandera es el corazón

 

Uno debiera vivir sobre los trenes

colgado de los letreros lumínicos

ser socio fuerte en bares y casas de respirar

 

He aquí un hombre que sale a la calle

con altavoces en los ojos

que ofrece sus zapatos de andar rabiando

al que no usa espejuelos ni toca a mi casa

con palmadas preguntando por mañana

mirando qué cubre las paredes

 

un ser humano que enseña a su hijo

lo favorable de una revolución

pero no acepto

que nadie venga a joder en mi desnudez

a decirme dónde colgar la voz

 

Alguien debe cuidar las puertas de la ciudad

sus símbolos nocturnos las aguas

con que aceras y casas reanudan el día

 

Claro está

es bueno que haya quien vigile

el cercado las trampas de afuera

no tus naranjos sus púas ruidosas

 

Yo y el poema

Las cosas toman la forma de sus dueños

este lápiz se parece a mi voz

solidaria en su libre albedrío

gastándose en cada metáfora

 

Creo haber estado escribiendo

el mismo poema desde siempre

la misma verdad sucesiva

 

Las manos y las palabras del poema

son gemelas en sus discordias

Unas levantan paredes

que mañana serán la casa

Con las otras sigo manchando papeles

por los que algún día seré juzgado

 

Para entonces

solo el Poema podrá salvarme