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Por Ángel Castiñeira

Cada libro puede leerse de infinitas maneras, como bien dijo alguien a quien ya aburre mencionar. Y si cada libro puede, ¿por qué tiene que ser la excepción Ariza (2014), del escritor cienfueguero Alexis García Somodevilla?

No lo es, de hecho: Ariza puede leerse como un libro de cuentos, un puñado de cuentos que conforman una novela, poemas que parecen cuentos o cuentos que parecen poemas… Da lo mismo porque al final hay casos donde la clasificación —lejos de facilitar— termina por entorpecer el análisis o el disfrute de la obra. Y este es, sin duda, uno de ellos.

¿De qué trata Ariza? Bueno, para los cienfuegueros es obvio, aunque no lo sea tanto para el resto de la humanidad: de la Prisión Provincial, que se ubica en el poblado homónimo del municipio Rodas. Es una historia sobre una cárcel que no se parece en nada a la cárcel europea de las novelas románticas o realistas de los siglos XIX y XX, ni a las cárceles hollywoodenses que tanto vemos en películas o en series de Netflix.

Somodevilla tiene el acierto de pintar la cárcel tal cual es, aunque eso pueda provocar —y provoque— desilusiones en quienes busquen en el libro escenas explícitas de motines y mafias y jabones que ruedan maliciosamente y túneles con cucharitas y francotiradores. O busquen, por otro lado, una trama a la manera de El sepulcro de los vivos, de Dostoievski, o de Hombres sin mujer, de Carlos Montenegro.

Así lo explica el narrador: La cárcel que le tocó a Daniel no era la cárcel del cine, la de la literatura, la de los medios. Eso sí, era un sitio de maldad, pero sin estridencias. No había tantos muertos por reyertas, ni tantas violaciones, ni siquiera robos (como cualquiera hubiera creído). Las causas de los problemas se resumían en tres: el juego, las pastillas, y la mandancia.

En ese sentido, en el de no complacer las necesidades —inducidas— de un determinado tipo de lector, Somodevilla demuestra valentía y honestidad.

También hay que decir que el autor mantiene en el libro el mismo estilo áspero y económico por el que siempre se le ha identificado. A veces, puro diálogo; a veces, un capítulo muy breve de transición; a veces, el narrador cuenta lo que ocurre sin detenerse demasiado en descripciones ni en introspecciones psicológicas ni monólogos interiores. El autor mantiene, además, a Daniel, personaje principal que ya había aparecido en El deshollinador (2000) y en Senderos virtuales (2002), sus dos primeros libros de cuentos.

 

Con Ariza el autor obtuvo el Premio de la Crítica 2021, en la categoría de ficción, otorgado por la UNEAC de la provincia de Cienfuegos. (N. del E.)

 

Ángel Castiñeira García. Periodista y crítico.