Por Xiomara Rodríguez

 

Las Huellas en el viento —que Jorge Amador Sosa Bermúdez propone en esta compilación de respuestas a pies forzados— es una muestra, no de sus mejores décimas, sino de una pequeñísima parte de su obra recuperada en los diferentes eventos en los que volaron en el aire otras muy buenas, tal vez hasta mejores, pero perdidas en el espacio de las parrandas guajiras cubanas.
     El pie forzado es un verso octosílabo impuesto al repentista para que en un brevísimo interludio musical entre laúd, guitarra y tres construya una décima completa, que generalmente puede concluir con este. El poeta suele demorar algo más de un minuto en solucionarlo.
     Un espectáculo donde se respondan pies forzados es una demostración clara de qué es el repentismo, el talento poético y la magia que hace extraordinario a este arte que sorprende al público con su genialidad.
     La reflexión del autor sobre el significante, es la primera propuesta, continúa con la connotación de sus años como improvisador y le siguen las que han sido las respuestas inmediatas a los pies forzados, como corresponde a un poeta repentista cuando complace las peticiones de su público.

     El uso consecuente de los recursos del lenguaje y la métrica perfecta de la décima espinela le provocan atrevidas metáforas, a través de las cuales expone la bondad, la sencillez, la dignidad y la belleza traídas de la realidad de sus experiencias, y las convierte en protagonistas en la entramada de esta historia contada con un intencionado matiz autobiográfico (probablemente, no aseguramos que lo sea), una supuesta biografía imaginada y estilizada a puro verso.
     Impresiona qué nos cuenta sobre su origen al describir los hermosos paisajes rurales, su niñez, el despertar de su vena poética, si es que no lo fue desde antes de nacer. Congratula a la décima, sus pasiones, y entrelaza los paisajes nocturnos, mañaneros, crepusculares con el invierno, la primavera, el verano, sobresaliendo siempre el campo de su Cuba Linda.
     Estas son imágenes que conmovieron al público de algún guateque o del estelarísimo programa radial La hora de Luis,  de la emisora provincial en Cienfuegos, Radio Ciudad del Mar, donde todos los sábados por muchos años demuestra a los oyentes la más genuina evidencia de la improvisación poética.
     El amor, el desamor, la belleza, la maldad, la muerte, los grandes hombres, todo lo combina con la manía natural de filosofar que tiene El Sinsonte Cienfueguero. Los poetas son así, y él lo sentencia en su última décima, epílogo de esta selección.
     Las décimas están acompañadas de una nota que identifica los escenarios donde fueron solicitado los pies forzados, detalle que valida y distingue a los tantos amantes y defensores de la décima y el Punto Cubano, quienes resisten la avalancha indiscriminada de otras culturas y les protegen con apasionada heroicidad; esta es la razón por la que llegó hasta nuestros días en el gusto de un público, más numeroso y culto de lo supuesto, argumentos a tener en cuenta por la UNESCO, cuando declaró a este complejo genérico con sus valores y atractivos auténticos, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, condición que nos corresponde preservar y transmitir a otras generaciones.
     Parecía que no quedaba nada a lo cual cantarle. En una ocasión le comenté que solo le faltaba cantarle a la pelusa que voló, y en segundos me corrigió. Aaquí va en este compendio porque este improvisador, a casi todo le dibujó una décima: Jorge Amador, nato cantor de casi todas las cosas, es como un torrente o una cascada que emerge desde el mismo manantial y brota con su inagotable obra dejando huellas que marcan en aire y tierra el sendero de su poética, con su obra sencilla, auténtica y repentina.

 

Con este texto la autora obtuvo Premio en el Encuentro-Debate Provincial de Talleres Literarios, Cienfuegos, 2023. (N. del E.).