Por Rodolfo Alemán

Estoy pensando en el camino recorrido,
en la parte de mi vida, que ya gasté
con gente equivocada, en sitios equivocados
y en el tiempo equivocado.
En el amor que desperdicié también,
en sitios equivocados y con personas equivocadas.
Estoy pensando en todos mis pecados,
los que finalmente acepté, y los otros,
los que aún me resisto a admitir, que alguna vez
ocurrieron;
estoy pensando en mi penitencia,
y por qué no, también en mi absolución,
si Jesús perdonó a Judas,

no creo que vaya a actuar conmigo de manera diferente.
Estoy pensando en los amigos que se fueron
antes de tiempo,
sin que me dieran la oportunidad de una despedida,
de una frase amable, de un desagravio pasado
y perdido en el recuerdo;
estoy pensando en mi padre,
que se quedó detenido para siempre,
en la vieja estación de trenes de mi corazón,
en mis hijos que casi rozo con la punta de
mis dedos.
Estoy pensando en la vida, en mi jodida vida,
que es una cabrona irreformable,
impredecible como una mujer,
que me sorprende a la vuelta de cada esquina,
en cada rincón de mis recuerdos,
en cada paso que doy, en cada golpe de suerte
o cada golpe, que al menor descuido
me propina en la cabeza.
Estoy pensando en todo, incluso,
en lo inimaginable,
pero sobre todo, estoy pensando en ti,
y en estas cadenas dulces, que para siempre
me atan a tu corazón.