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Por Taimí Blanco

 

Una señora me observa,
traigo en la cara el repiquetear de los rieles,
ensordecedor hollín mullido en las mejillas.
Es una marcha mi cuerpo,
masa mórbida,
al compás disonante que cruje en el sendero.
La tarde
aparece como un aura mugrienta
sobre la próxima parada.
En el tren,
los sueños son un filo cortante que cala el espacio
Última parada!
Logro abrir los párpados,
pesados rieles bajo la máquina.
Me da la mano el andén,
el tiempo se diluye  entre volutas
que dejan atrás el paisaje.
Tengo ticket para la desilusión
y un volver con sabor adiós.
En la partida todo parece morir.

Una niña sentada en la ventanilla,
deshoja una rosa.
Suspiro de ayer,
cristal por donde me veo partir
en el último tren.
La tarde cae como una garza triste sobre la próxima parada.