Por José R. Calatayud

 

Ya la maleza inunda el tanque herrumbroso
Que daba de beber a los trenes de antaño,
En su fisonomía se dibujan los años
Y el reino del olvido se yergue poderoso.

Como un ser obsoleto, antiguo y oxidado
Como un custodio insomne, insistente, inmovible,
Pasa el tiempo y tú sigues presente y olvidado
A los ojos de tanto paseante inconmovible.

Eres testigo quieto, callado, inderrotable,
Aunque sé que algún día caerás sobre ti mismo
Y dejarás un hueco de luz en esta historia.

Y barrerán tu cuerpo metálico y afable,
Tu cadáver de hierro rodará en el abismo,
Pero nadie lo podrá borrar de mi memoria.