Por Abel Guerrero

 

El piano quiebra la tarde
con una risa sonora:
con sus pétalos, la niña
le arranca las dulces notas
le arranca las dulces notas.
que se van abriendo al aire
como en vuelo de palomas.

Todo es juego y alegría,
todo es música y es fiesta:
el piano canta en la sala
su alegría de madera.

Después, cuando la quietud
llena el espacio de grillos,
el piano triste y callado
queda en la sala dormido.

 

Tomado de: Papá, me compras un mar. Editorial UNEAC, 2015.