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Por Malena Valdivia Pérez

 

Me encontraba en mi habitación escribiendo cuando escuché un suspiro seguido del otro. Era el punto final que se había enamorado de la segunda coma del texto. Ella le correspondió con una tímida pausa. Entonces decidí utilizar la regla ortográfica llamada punto y coma, uniéndolos para siempre en la hoja en blanco. Más tarde terminé mi texto con tres puntos suspensivos; eran los tres pequeños hijos del punto y coma. Los utilicé para dejar en suspenso la historia…

 

Con este cuento la autora obtuvo Premio en el Encuentro Nacional de Talleres Literarios Infantiles (Ciego de Ávila, 2018). (N. del E.).