A Ángel Escobar In Memoriam

Por Nélida Puerto

Un Ángel, y su  nombre habla por sí, con la transparencia de lo que prevalece, quienes lo conocieron y apretaron su diestra, hablan de una vibración ilusoria en sus dedos, de una mirada donde las estrellas escudriñaban un precipicio; y una calle donde escribiría el último de sus versos.    

El silencio II

Necesito tanto mi mudez
y acompañar al río,
a la noche,
a la madrugada…
extasiarme en ese oasis donde la palabra es un delito.
Hay quienes  colapsan con mi presencia
porque irradian quimeras en la fluidez del bullicio;
me espantan…
soy la paloma de la meditación
posada en el balcón de la melancolía.

Preocúpese,  Señor

Usted supo poner el cincel de su alma
donde me talló,
no importa si no quiere mirarse en mis tinieblas,
lo oscuro busca amparo en sus manos de prisa
cuando el iris marchito llueve intensidad.
Preocúpese, Señor.
¿Dónde está su alma mientras duerme,
dónde su corazón, dónde su piel?
¿Acaso sus manos en la noche descansan junto a usted?
Preocúpese, Señor…
Preocúpese.